Con un Mundial con más sinsabores que alegrías, la movilización y el impacto que tenga la medida de mañana abrirán la segunda parte del año político. Y de cara a un 2019 de elecciones.
on el seleccionado argentino atado a una difícil combinación de resultados para continuar con vida en el Mundial de Rusia, los tiempos de la política argentina se aceleraron. Y entonces, el repetido mensaje de peronistas, aliancistas, kirchneristas y sindicalistas sobre dejar las definiciones para “después del Mundial” parece también llegar a su final. De esta manera, un buen aperitivo o puntapié inicial para lo que será el segundo semestre del 2018 será el paro general que terminó decidiendo la CGT nacional y al que en Córdoba, rápidamente, se plegaron las principales centrales sindicales y gremios. Es sabido que el impacto de una medida de estas características se marca a partir de los servicios que se dejan de prestar, y que UTA, el gremio con mayor poder de fuerza en todo el país, adhiera al paro es un buen síntoma para saber de antemano la medida del día no laborable. Detrás, seguramente vendrá La Bancaria, uno de los gremios que se presentó como más combativo al gobierno de Macri; y los docentes, otro de los sindicatos que se plantó a nivel nacional. En Córdoba, Uepc y Sadop garantizaron paro en las escuelas públicas y privadas, pero no confirmaron movilización. De todos modos, los sindicalistas cordobeses, que aún siguen sin dar señales concretas de unidad, tendrán un nuevo capítulo con los principales referentes en la calle: Mauricio Saillén, del Surrbac; José Pihen, del SEP; Gabriel Suárez, de Luz y Fuerza; y, probablemente, Rubén Daniele, del Suoem. Todos enfrentados por distintos motivos a los Ejecutivos municipal, provincial y nacional, y que utilizarán nuevamente el impacto de la medida no solo por reclamos a la administración nacional, sino también para seguir negociando algunas cuentas pendientes con los patrones locales.
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