Post PASO, el sindicalismo recupera protagonismo

Post PASO, el sindicalismo recupera protagonismo

Tras la dura caída del 12-S el Frente de Todos ensaya un viraje hacia la ortodoxia que no sólo se refleja en la centralidad que adquirieron Manzur y los barones del Conurbano, sino también en la que empieza a recuperar el gremialismo, de la mano de Camioneros.

Por: Felipe Osman.

Al oficialismo nacional le costó más de una semana procesar el mazazo que recibió el día de las PASO. De hecho, recién después de exponer durante varios días su cruda interna en las escalinatas de la Casa Rosada se animó a llevar adelante una interpretación de lo que entiende fue el “mensaje de las urnas”.

El resultado de esta supuesta exégesis fue claro: regresar a la ortodoxia. Apuntalarse en los espacios de poder en los que el peronismo de antaño supo buscar su apoyatura. Ceder el mando del Gabinete Nacional a un gobernador (Juan Manzur) y el de la Provincia de Buenos Aires a un intendente (Martín Insaurralde). Pero también devolver protagonismo al sindicalismo, elemento clave para contrapesar el vertiginoso crecimiento de las “organizaciones sociales”. Léase, los intermediadores entre el gasto social del Estado y sus destinatarios.

El jueves de la semana pasada el moyanismo se anotó un triunfo estratégico: Sergio Sassia quedó al frente de la conducción de la CATT (Confederación Argentina de los Trabajadores de Transporte), lugar clave para garantizar la capacidad de convocatoria de cualquier medida de fuerza o movilización convocada por la CGT, que resolverá su normalización el 11 de noviembre. Tres días antes de las Generales.

Mientras Hugo Moyano y Héctor Daer negocian quién liderará la CGT (el líder camionero quiere que sea su hijo Pablo, y el titular de Sanidad quiere reservar para sí mismo ese puesto), la central ya puso fecha a una movilización para conmemorar el “Día de la Lealtad” y respaldar al presidente con un día demora, el 18 de octubre. La presencia del sindicalismo en Plaza de Mayo será indispensable para evitar la imagen de la UTEP (Unión de los Trabajadores de le Economía Popular) y el Movimiento Evita copando la parada y luciendo como un pilar aún más fundamental que los sindicatos para sostener/condicionar al Frente de Todos.

Desde la Casa Rosada están tan ansiosos por evitar esa postal que en el raid de cambios de gabinete que hubo post-PASO olvidaron cambiar al titular de la Superintendencia de Salud, quien sería un funcionario clave para implementar los cambios que el cristinismo esperaba ver en el sistema de salud hoy administrado por las Obras Sociales, pero que responde a “Los Gordos” de la CGT.

En Córdoba también empieza a percibirse una mayor presencia del gremialismo, distinta a la que tuvo previo a las PASO.

La CGT Córdoba realizó, el jueves de la semana pasada, un Congreso Extraordinario que reunió a la conducción de las distintas regionales de la Provincia. Edgar Luján, titular del sindicato de Camioneros de Córdoba, fue el anfitrión de la reunión.

La central dirigida por José Pihen emitió un comunicado rechazando de plano los proyectos que desde Juntos por el Cambio se han presentado en las últimas semanas para eliminar buena parte de los conceptos que la patronal debe liquidar al empleado en el caso de un despido sin causa, y atacando además el rol que el Estado Nacional y los Estados provinciales y municipales juegan en el asunto al precarizar a buena parte de sus trabajadores.

En simultáneo, la CGT Córdoba anunció una movilización en rechazo a la reforma laboral con la que la oposición empieza a coquetear, fechada para el próximo viernes.

Por su parte, las 62 Organizaciones Peronistas -que no quieren quedar relegadas en protagonismo pero tampoco plegarse al reclamo de la CGT- darán mayor volumen a un acto que, en rigor, ya tenían programado ese mismo día, la inauguración de su nueva sede en Chacabuco y Rondeau, que no pudieron inaugurar en el pasado por las restricciones sanitarias.

Antes de hacerlo también dieron a conocer un documento de rechazo a la flexibilización laboral que propone la oposición, pero evitaron -para diferenciarse- cargar contra el rol del Estado como “precarizador”.

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