Uruguay: “Yo solo sé que he vivido”

Uruguay: “Yo solo sé que he vivido”

En España, donde vivía hace años, murió el sábado pasado el veterano sindicalista uruguayo Antranic Adourian, “El Armenio”. Gabriel Melgarejo, asesor técnico y político del Secretariado Ejecutivo y la Mesa Representativa de la central obrera PIT CNT, recuerda en este mensaje que compartimos a su entrañable compañero.

 

 

El sábado 25 fuimos a cantar con La Sayago Murga Band a la fiesta del Club Sayago en el marco de sus 100 años. Cuando terminamos recibí un mensaje del compañero secretario general de FUCVAM, Gustavo González, diciéndome que había muerto “el Armenio” Adourian en España.

Ya sobre la una de la mañana me lo confirmó el Tito Zelko (ex dirigente del Sindicato de Trabajadores de Coca Cola y compañero de Adourian) y me invadió una profunda tristeza.

Qué tipo bárbaro “el Armenio”, ¡qué lo parió! A Antranic Adourian lo conocí a fines de los 80. Él y Richard Read eran los principales dirigentes de la FOEB (Federación de la Bebida), con improntas bien diferentes.

Era un tipo con una historia pesada y tenía una facilidad, como nunca vi, para meterse en el barro y buscar soluciones a los problemas de los trabajadores.

En el gobierno de Luis Lacalle Herrera (padre del actual presidente), a principios de los 90, no existían los Consejos de Salarios y era muy difícil la negociación colectiva.

La central sindical PIT CNT y el gobierno estaban enfrentados muy duramente.

Lo cierto es que se instaló un diálogo social “secreto” para descomprimir la situación. Esto funcionaría en la búsqueda de los acuerdos siempre y cuando no se filtrara públicamente el ámbito.

Uno de los dirigentes que participaba en esas reuniones con el gobierno era Adourian. Yo, en una oportunidad, le dije: “estos blancos son unos delincuentes, Armenio. Nos van a cagar. “Hay que hablar con todo el mundo, Gabrielito”, me respondió.

Y un día pasó lo que no tenía que pasar: la noticia se filtró a la prensa. Algunos sectores del PIT CNT pusieron el grito en el cielo.

José Pepe D’Elía, presidente de la central, que, por supuesto tenía conocimiento al detalle de todas las negociaciones, llegó ese día, más temprano que nunca, a la vieja central de la avenida 18 de Julio, malhumorado y muy preocupado.

Ácrata-musulmán-socialista

Al rato cae “el Armenio” y me pregunta: “¿Llegó el viejo?”, y yo le señalé con el dedo hacia arriba. Adourian sube, abre la puerta del despacho de D’Elia y, sin saludar, le dice: “Pepe… nos descubrieron”. Pepe lo miró como para matarlo, como diciéndole decime algo que no sepa.

Era un tipo extraordinario, era un deleite escuchar sus historias y sus anécdotas. “¿Y vos como te definís, Armenio?” “Yo soy ácrata—musulmán—socialista”, te decía con esa sonrisa de oreja a oreja.

Qué Alá te tenga en la gloria, querido Armenio. Yo, por lo pronto, hoy levantaré mi copa de vino y brindaré por vos y por tu vida (vos decías “yo solo sé que he vivido”), tal cual tu legado y tu voluntad. ¡¡Salú!!

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