La vida de nosotros

La vida de nosotros

Hasta el año 2004 todos los uruguayos, el que más el que menos fue espiado. No se salva nadie. Parece la película alemana La vida de los otros, que era sobre el control ejercido a la gente por parte del régimen en la Alemania Oriental.

Por Antonio Ladra

En la dictadura uruguaya los servicios de inteligencia por orden de las autoridades de la época nos espiaron y luego, ya en democracia, por lo menos 20 años después de recuperada lo siguieron haciendo con la complicidad del sistema político.

Durante los gobiernos de Julio Sanguinetti, en dos oportunidades, Luis Lacalle de Herrera y Jorge Batlle, nuestras vidas estuvieron bajo la mirada de los servicios de inteligencia. ¿Cuántos agentes vigilaron y espiaron cada día la vida de los uruguayos? ¿Por orden de quién? ¿O fue por la suya? ¿Quiénes fueron esos agentes?

No se sabe quién está detrás de “Archivos del Terror en Uruguay” ni cómo consiguieron los documentos del archivo Berrutti que el propio Ministerio de Defensa adujo en estos días que no podía acceder a ellos.

Hasta ahora son 1.603 los archivos subidos. ¿Habrá más? Están digitalizados los microfilms elaborados por las fuerzas policiales y militares a partir de la década de 1960 hasta, al menos, el año 2004.

Los Archivos del Terror en Uruguay dejaron al descubierto para el común de los uruguayos, no ya para el militante o activista, el verdadero rostro de la actividad de los servicios de inteligencia que buscaba conocerlo todo de sus ciudadanos con el objetivo de controlarlos.

De origen militar

Los divulgadores de los documentos, que pueden ser parte de un operativo de inteligencia, pero que son de origen militar, sin dudas y además organizados, señalan que “estos archivos contienen la información que los servicios represivos decidieron elaborar y preservar, mientras que muchos otros documentos han desaparecido o aún no han sido encontrados”.

Agregan que decidieron excluir del archivo liberado todos los documentos de actas de interrogatorios bajo torturas. De todas formas, aclaran que entre lo divulgado puede haber “información manipulada, falsa, obtenida bajo tortura o amenazas, brindada por informantes pagos y muchas otras fuentes no confiables”.

En el sitio aseguran que el conjunto de documentos es “un testimonio histórico de gran valor para entender el funcionamiento de las redes del terror y la vigilancia sobre toda la sociedad”.

Finalizan el comunicado inicial al afirmar que “quienes produjeron estos Archivos del Terror los conocen, siguen especulando con sus contenidos y decidiendo qué y cuándo usar esta información. El resto de la sociedad uruguaya, que fue víctima de la represión y la vigilancia, no ha tenido acceso a los archivos de la represión”.

Lo concreto es que, según informó El Observador, desde al menos el 18 de abril se subió todo lo que se conoce del archivo Berrutti más algunos rollos de microfilm que no se habían podido encontrar.

En los archivos desclasificados hay actas sobre personas detenidas, reportes de allanamientos, de escuchas telefónicas, comunicados oficiales, expedientes administrativos, expedientes y fichas de personas, notas de prensa, seguimientos, solicitudes de información, órdenes de captura, transcripciones y reproducciones de publicaciones incautadas.

Hasta el más mínimo detalle

Todos estuvimos bajo la mirada escrutadora de los espías, hasta en lo más mínimo.

Ahí está lo escrito, las cartas enviadas a los medios, los discursos, las actividades políticas y hasta las deportivas, lo que dijeron cuando fueron detenidos, lo que hicieron los que no fueron detenidos. Todos estuvieron bajo los ojos de estos espías.

Si fuimos a un cumpleaños ellos lo supieron

Ellos supieron si apagamos las velitas, si cantamos el happy birthday, si fuimos a pie o en ómnibus, desde lo macro a lo micro.

Si fuimos al cine, al teatro, al fútbol, al estadio Centenario o al parque Roberto, a bailar o a escuchar música, si compramos un libro o si fuimos a la feria, si compramos verdura y queso, si tomamos una cerveza o una coca cola, si comimos pizza o fainá.

Ellos se entrometieron en nuestras vidas sin pedir permiso. Fue el Estado, el dictatorial y el democrático que una vez más nos violó en nuestro derecho a la intimidad.

Ellos supieron de nuestros pasos.

Ellos supieron todo de todos, como un Gran Hermano.

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