La imagen actual de la panadería Monserrat, todo un símbolo de la repostería en la ciudad de La Plata, es de absoluta desolación. Puede, incluso, que involucre matices de indignación y polémica. Tan poco quedó de la histórica panadería y confitería, que hoy tiene hasta su sitio web (www.montserrat.com.ar) tomado por un estudio contable, Deltell & Asociados.
Durante los últimos años, la merma en las ventas y el errático manejo de sus dueños puso a la empresa de rodillas ante una deuda de más de 10 millones en aportes, obra social y sindicatos. En el desorden imperante, se estableció que toda la estructura principal de la compañía quedaría en manos de una sociedad irregular de hecho para abaratar costos, y que luego se crearían sociedades regulares para administrar las unidades de ventas y producción. Nada de esto funcionó.
Hace apenas unos meses, un grupo inversor oriundo de Capital Federal se acercó, pero cuando observó los libros contables, la alarmante deuda y el conflicto latente con los empleados, decidió dar de baja la propuesta.
Fue entonces cuando la marca Monserrat fue adquirida por un grupo inversor salvavidas liderado por Esteban Talavera, que pagó 2.5 millones por todo. La primera decisión tomada fue la de despedir a 14 trabajadores, que ya venían sin obra social ni aportes por los desmanejos de la empresa. Se eliminaron también los vales a los empleados y la producción de algunos productos que registraban pocas ventas. Del plantel inicial de 64 personas, quedaron solo 50.
Empleados por un lado, contadores y abogados del grupo inversor por el otro, se reunieron en la planta de la calle 44 y 141 a dialogar sobre la situación imperante. El clima, que en un inicio fue frío pero cordial, poco a poco se fue caldeando hasta que los nuevos dueños tuvieron que salir al trote para evitar ser linchados.
En una contraposición de la Ley Procesal con la Ley Laboral, los abogados explicaron que “ésta es una empresa que tiene un pasivo fiscal muy importante, sobredimensionada, con muchos más empleados de los necesarios. Se debe obra social, sindicatos, aportes. La única alternativa es comprar para intentar salvar el pasivo. En los próximos días vamos a entrar en concurso preventivo. Sobre una nómina de 64 empleados, hemos despedido a 14. Estamos en un período de control de gastos para poder lograr un equilibrio financiero, dado que sin ese equilibrio la empresa no es viable. La idea es incrementar horas de trabajo de la planta, encontrar nuevos puntos de venta. El nombre comercial ya está vendido”.
En aquel momento, representantes del gremio de los pasteleros le echaron en cara algunas polémicas decisiones. “Quisiera saber por qué echan a personas con 35 años de antigüedad y contratan otras por 3 meses, completamente en negro. No mientan muchachos, eso es una estafa hecha y derecha. Sacaron a un pastelero, sin pagarle el sueldo ni los aportes, y trajeron a una chica sin experiencia, en negro, con un contrato por tres meses. ¿Acaso eso no es ilegal? ¿De qué nos quieren convencer? Están estafando a la gente”.
En aquel momento, el abogado soltó una frase que desató la ira de los trabajadores. Ante las acusaciones de estafas, solo atinó a responder: “Bueno, esa es una interpretación”. En aquel entonces estallaron los gritos, los insultos, los reclamos de empleados que llevan meses sin aportes ni sueldo, y no quedó otra alternativa que la huída al trote de los representantes legales de la empresa compradora.
Por el momento, Montserrat pareciera sostenerse en un limbo financiero y legal, sosteniéndose a fuerza de medidas polémicas y, al parecer, poco éticas, que ponen en peligro la integridad de quienes allí trabajan. Para los empleados, entonces, su futuro inmediato permanece como un absoluto misterio.
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