La empresa láctea La Verónica, con plantas en Lehmann, Totoras y Suardi, atraviesa una de las peores crisis de su historia y pone en riesgo más de 700 puestos de trabajo en Santa Fe. Con sueldos impagos, producción paralizada y una deuda que supera los $9.200 millones, crece la preocupación entre las y los trabajadores.
“La situación es muy preocupante. No estamos cobrando los sueldos en tiempo y forma y no hay comunicación clara por parte de la empresa”, denunció Rodolfo Rodríguez, uno de los operarios, en diálogo con Radiópolis (Radio 2).
La crisis no es nueva. Comenzó en 2016, se profundizó en 2019 con un proceso preventivo de crisis, y volvió a agravarse este año. En marzo, se supo que la empresa tuvo cheques rechazados por más de $460 millones, lo que encendió las alarmas sobre su salud financiera.
Uno de los indicadores más dramáticos es la caída en la producción. “Pasamos de procesar un millón de litros diarios en todas las plantas a no llegar ni a 200 mil”, advirtió Rodríguez. La falta de pago a los tambos proveedores cortó la cadena de suministro, dejando las plantas casi vacías.
La empresa solo pagó un tercio del último salario, lo que llevó a los trabajadores a iniciar una retención de crédito laboral. “Queremos dejar en claro que no estamos bloqueando la planta, estamos reclamando lo que nos corresponde”, afirmaron.
En este contexto, el Ministerio de Trabajo de Santa Fe convocó para este martes a una audiencia clave entre las partes. La expectativa está puesta en lograr compromisos concretos que eviten despidos masivos.
Desde la empresa aseguran que no tienen intención de vender ni despedir personal y que están intentando normalizar los pagos. También afirman haber resuelto los problemas con los cheques rechazados. Sin embargo, según datos de la consultora Nosis, La Verónica acumula una deuda financiera de $9.224 millones, con compromisos mensuales por casi $288 millones.
“La incertidumbre es total. Dicen que no van a vender ni a despedir, pero no sabemos qué va a pasar mañana”, resumió Rodríguez.
Mientras tanto, cientos de familias de la región miran con angustia un conflicto que no da señales de resolverse y que golpea a uno de los sectores más tradicionales de la industria santafesina.
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