El verano 2026 es la antesala de un momento histórico para la clase trabajadora en nuestro país: el intento de aprobar una reforma esclavista que impacte sobre nuestras condiciones de laburo, nuestros salarios, nuestros derechos de organización y huelga, hasta nuestras vidas.
Por: Lucho Aguilar.
La CGT se sacó una foto después de una mala marcha y antes de volar de vacaciones. La izquierda se propone sostener y hacer crecer una campaña masiva, combativa y que impacte en todo el país. Apoyemos cada conflicto, impongamos un paro activo nacional y bloqueemos el Congreso el día que se trate, hasta derrotarla.
Termina un año agobiante. Pero el plan de guerra de Milei y el poder económico no tiene respiro ni vacaciones. A lo sumo, un reposo para alistar escuadrones y coimas.
Con la aprobación de un presupuesto de ajuste terminó formalmente el 2025. Pero hay que decir todo: Milei fracasó cuando quiso imponer la derogación de la emergencia en discapacidad y el financiamiento universitario. Eso fue una expresión, aunque sea parlamentaria, de cuánto tiene de relato y cuánto de realidad la promocionada omnipotencia libertaria tras el triunfo de octubre. La postergación del tratamiento de la reforma también es hija de esas contradicciones.
Pero hay una guerra. No hay que olvidarlo. Por eso, para quienes tenemos que enfrentarlos, el “receso estival” tiene tanto de merecido como de preparación. Porque lo que viene no es una batalla más. Si se concreta, la aprobación de la reforma esclavista sería un golpe histórico a la clase trabajadora. No solo a sus derechos sino a su organización. La hemos explicado varias veces acá, acáy acá. Nadie puede creer que “es una ley de ajuste más”. Es la Biblia de la nueva esclavitud.
Entonces la pregunta es: ¿qué estamos haciendo y qué vamos a hacer en estos tiempos decisivos? ¿Cómo vamos a conmover a millones que sienten que se viene otro golpe, pero escuchan a sus dirigentes decir “esperen que estamos negociando”? ¿Cómo vamos a romper la rutina de desfiles controlados y paros domingueros a las que nos quiere someter la burocracia y la oposición patronal? ¿Cómo poner en juego la creatividad y audacia que pueden desplegar la clase trabajadora y la juventud cuando se enfrentan a momentos históricos? Cómo hacemos que el temor... lo sientan ellos.
Rosca y reposera
El último viernes del año la CGT hizo su segunda acción contra la reforma. Se sacó una foto con Axel Kicillof y su gabinete. El comunicado que acompaña la imagen tiene una denuncia cierta : "la reforma es regresiva, precarizadora, flexibilizadora”. Cuando alguno se empieza a entusiasmar, llega la cachetada de realismo peronista: “La CGT reafirma: vamos a dar la pelea en todos los ámbitos para frenar la reforma laboral y defender derechos: en la calle, en Diputados, en el Senado y en la Justicia”.
En “la calle” hizo su primera manifestación el 18D. Hay que reconocer la capacidad del nuevo triunvirato para reunir todas las condiciones posibles para hacer fracasar su propia acción: sin paro, en mal horario, con un clima infernal y sin convocar ni siquiera a sus aparatos. Llevaron menos gente que un partido de la Primera C. Si la idea era “golpear para negociar”, los dueños del país se deben haber matado de risa.
En Diputados y el Senado tampoco vienen bien. El Gobierno aprobó el presupuesto con votos de senadores de UxP (Moisés, Andrada, Mendoza) y el bloque de Diputados está atravesado por internas (la mayoría de politiquería burguesa, nada de principios). La estrategia sindical-parlamentaria es rosquear todo enero para conseguir algunos cambios en la ley. Que sea un poquito menos mala. Para eso el PJ intentará cubrir su “flanco izquierdo” con contraproyectos de “modernización laboral” que acá analizamos.
Por si no alcanzara, la conducción de la CGT propone guardar esperanzas en el Poder Judicial. O sea, sortear nuestro futuro en una casta de jueces que cobran fortunas y son amigos de los grandes empresarios.
El comunicado de la juntada con Kicillof termina abruptamente. ¿Alguna acción en estas semanas? ¿Una amenaza de paro al menos, como en el acto? Nada de nada. Muchos ya tenían las valijas preparadas para sus vuelos vacacionales. Había que rajar.
Acampes de batalla
¿Millones encaran sus últimas vacaciones en verano y en familia? Bueno, eso es lo que pretende la reforma esclavista. Vacaciones fraccionadas y una vez cada tres años en verano.
La verdad es que la crisis ya nos empujó hace rato a “fraccionar” el ocio y el descanso. El poco que nos van dejando. Una parte saca a pasear la ilusión a costa de endeudarse hasta el alma. La derecha quiere meterse en nuestras vidas no solo dentro sino también afuera del laburo. Ni descansar los músculos.
Hay algo más duro. Miles de familias obreras pasaron las fiestas luchando por el plato de comida. En Acerías Beriso aguantan desde hace 2 meses contra el vaciamiento patronal. En Ilva (Pilar) el conflicto lleva 4 meses contra el chantaje de cierre. En ascensores Cóndor (Ituzaingó) tomaron la empresa y quieren seguir bajo gestión obrera. En la mayorista Caromar (Oeste) hay piquetes en defensa del laburo. En Fate (San Fernando) hubo un paro con corte de autopista por el salario. En Macchi (Santa Fe) anunciaron cortes y ocupación de fábrica. En Fademi (Entre Ríos) llevan 500 días de acampe para que se cumplan los fallos de reinstalación. En Ledesma (Jujuy) van 50 días de acampe contra los despidos. Las y los controladores aéreos siguen en conflicto en plena “temporada alta”. En las dependencias estatales se vive un “estado de alerta” por los ataques de cada fin de año. En Georgalos y Shell terminan el año peleando por las reinstalaciones.
Desde los grandes medios se muestran esos conflictos junto a los ataques que no tienen respuesta como parte de un “industricidio” imparable, inevitable, producto de “las fuerzas del cielo”. Ese llanto incesante intenta apagar cualquier piquete, cualquier cubierta ardiendo. Pero cada uno de ellos es la evidencia, incómoda, de que hay fuegos de resistencia encendidos. A pesar de la CGT, del peronismo y del gobierno, obviamente.

La izquierda tiene un desafío. Si la burocracia sindical y los intendentes buscan apagarlos, condenarlos a la sobrevivencia diaria hasta el desgaste, hay que mostrar otra alternativa. Rodearlos de solidaridad, romper el cerco mediático, apoyar sus fondos de huelga hasta que sean dignos de esos luchadores, debatir cara a cara una salida, alentar la coordinación y acompañar la exigencia a los sindicatos que “devuelvan” a esos fondos de lucha lo que han recibido en años de aportes. Cada una de esas peleas puede ser un "campamento de batalla" contra la reforma.
Ese es uno de los puntos claves de nuestro plan de guerra en estas semanas. La solidaridad de militantes y estudiantes, la creatividad de artistas y jóvenes, el apoyo de la comunidad, todo tiene que estar “al servicio” de levantar la moral obrera y vencer. Es también una cuestión de voluntad.
Nuestros planes de guerra
Desde el PTS-FITU y nuestras agrupaciones clasistas hace rato venimos haciendo campaña contra la reforma. Cientos de materiales escritos, gráficos y audiovisuales explicando qué quieren Milei y el FMI; luchas concretas contra las “reforma de hecho” como vimos en Secco, Georgalos, Mondelez, Fate, Aeronáuticos o Telefónicos; la voz de nuestros diputados Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Alejandro Vilca, Christian Castillo y referentes en las provincias, que la tomaron como principal bandera en las elecciones y cada intervención mediática o parlamentaria; una impactante campaña de difusión, con cientos de miles de volantes en más de 500 grandes empresas y gremios, videos virales de trabajadores y especialistas, afiches en las grandes ciudades, publicidad en medios de todo el país, avionetas y autos que recorrieron el AMBA en los días previos al 18 D sorprendiendo a decenas de miles de personas en barrios, parques industriales y avenidas. Y con una participación nutrida y combativa que contrastó con la desganada Plaza de la CGT, con una columna independiente del sindicalismo combativo y un acto propio de referentes de los conflictos, diputados, jubilados, jóvenes y artistas.

Una campaña que busca que todos y todas comprendan cómo nos impactará en el trabajo y la vida: los convenios que todavía mantienen conquistas borrados de un plumazo y descuartizados por empresa; jornadas de trabajo flexibilizadas con el “banco de horas” y otras formas de controlarte cada hora de tu vida y tus vínculos; el ataque al derecho de asamblea y huelga, que son la madre de todos los otros derechos; las vacaciones convertidas en una “ruleta” manejada por Recursos Humanos para desorganizarte tu descanso y recreación. Pero nos proponemos que el significado de la “modernización” llegue mucho más profundamente, si logramos que en cada gremio las agrupaciones y activistas puedan explicar sencilla y concretamente cómo nos afecta.
Toda esta campaña, todas esas ideas y recursos, buscan poner en movimiento toda la fuerza de la clase trabajadora. A eso apunta la política de “Frente Único Obrero": imponer la mayor movilización unitaria a las conducciones sindicales y sociales, algo que no quieren hacer; y al mismo tiempo plantear en forma clara e independiente nuestra perspectiva de derrotar todo el plan de guerra patronal con una gran lucha nacional que culmine en la huelga general que paralice el país y movilice toda la fuerza trabajadora.
Por eso decimos “golpear juntos” (con la CGT y los sindicatos que quieran enfrentar la reforma) pero “marchar separados” (con la izquierda y los sectores combativos que quieran derrotar a Milei e imponer una salida obrera).

En ese camino queremos jugarnos a poner en pie todas las formas posibles de autoorganización, o sea espacios democráticos y combativos que permitan sumar a millones que quieren luchar. Comités contra la reforma, mesas de coordinación (como ya hay en Zona Norte), comités obrero-estudiantiles, plenarios regionales y nuevas ideas que surjan. Convocando a los sindicatos, comisiones internas y organizaciones sociales que rechazan este ataque y el ajuste en general. El paro nacional aceitero el 18D también es un ejemplo para contar en todos los sindicatos.
La “nueva” esclavitud no pasará
Todo esto que contamos es solo el comienzo. Sabemos que no alcanza. Como decíamos, estamos ante un ataque histórico, de un gobierno de dudosa fortaleza pero enceguecido en su triunfalismo y odio de clase. Por eso la respuesta tiene que tener la misma decisión, la misma conciencia del momento histórico y más odio de clase todavía. ¿O alguien quiere ser esclavo de estos parásitos?
Cualquier ejército necesita reposo para recobrar fuerzas y lucidez para las batallas decisivas. Las que tendremos en febrero, marzo y después. Pero también tenemos que utilizar estas semanas para llegar lo mejor preparados a esas peleas, para pensar las mejores ideas e ir haciendo acciones que sorprendan a nuestros enemigos cuando menos lo esperen. Para escapar a los desfiles tristes y paros domingueros de las burocracias. Para que tengan que hablar de cada una de esas “movidas” en los medios y que se empiecen a preocupar.

Ellos quieren usar el verano para avanzar sin que podamos organizarnos bien. Hay que hacer todo lo contrario: ir preparando desde ahora las condiciones para una gran pelea. Y eso implica hacer todo lo posible para que cada conflicto triunfe; continuar la difusión masiva (agitación) contra la reforma escloavista; denunciar a las y los senadores y diputados que quieren votarla; votar en los sindicatos recuperados y reclamar en los sindicatos que se dicen opositores que convoquen un paro activo con movilización masiva cuando se trate, hasta imponer el paro general. Todo lo que hagamos tiene que ayudar a que seamos cientos de miles en las jornadas de febrero, cuando la ley llegue al Congreso.
Vamos a continuar con la campaña en los lugares de veraneo, en las grandes estaciones, en las redes sociales, en las paredes, buscando nuevas ideas que logren impactar y atravesar las pantallas tapadas de pauta oficial y periodistas ensobrados. Haciendo acciones combativas que dejen claro que la izquierda y los sectores combativos no se van a dejar esclavizar y queremos que abracen esa causa millones de trabajadores y jóvenes, mujeres y artistas.
Como decía una activista aeronáutica despedida hace algunos meses: “Si no hay pan para nuestros hijos, que no haya paz para los empresarios”. Podríamos extenderlo a la casta que desde Punta del Este o sus estancias se prepara para imponernos la nueva esclavitud.





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