Con tensión entre duros y dialoguistas, la CGT sigue en estado de alerta

Con tensión entre duros y dialoguistas, la CGT sigue en estado de alerta

La CGT anunció ayer que mantiene vigente el estado de “sesión permanente” del Consejo Directivo “al efecto de instrumentar las medidas de fuerza correspondientes”. Así, se dejó formalmente la puerta abierta a un paro general, pero la medida no cuenta con un consenso unánime y se podrían evaluar medidas alternativas de protesta para la próxima semana, alertaban ayer integrantes de peso de la mesa chica cegetista. 

Sí es unánime, en cambio, el rechazo a la reforma previsional, algo que fue remarcado en el comunicado de ayer, donde se indicó que “el sistema previsional argentino corre el riesgo de ser transformado en la caja que el Gobierno Nacional necesita para achicar el déficit”. También es común el enojo con sus interlocutores gubernamentales por haber ligado las tres reformas (previsional, tributaria y laboral), mientras restringían el diálogo con la CGT a los cambios de las normas del trabajo.  

El sector de los “gordos” y los denominados “independientes” –que suman los gremios más grandes– se mostraron en las últimas reuniones reacios a la huelga y aún mantenían ayer dudas sobre la conveniencia de ir en esa dirección. Sin embargo, las acciones políticas del Gobierno y la presión de los sectores duros, dentro y fuera de la Confederación, motivaron el llamado a movilización el jueves y la amenaza de organizar una nueva huelga si el proyecto oficial era aprobado. 

Los “dialoguistas” perdieron fuerza tras los problemas con la reforma laboral porque la CGT había negociado cambios para apoyar el proyecto oficial, pero este apoyo no se materializó en un aval legislativo del peronismo no kirchnerista: la movilización de Camioneros y la Corriente Sindical expuso las diferencias internas y el senador Miguel Pichetto pidió que se ordene la tropa antes de dar su apoyo. 

Otra acción que motivó el endurecimiento de la CGT fue el trabajo que realizó Juan Carlos Schmid para lograr primero un consenso entre los gremios del transporte para adherir a un paro general si se aprobaba el proyecto. Con este apoyo garantizado, el integrante del triunvirato fue uno de los impulsores del endurecimiento de la central cuando se conoció el jueves que el oficialismo buscaba acelerar los tiempos parlamentarios. 

Ese día estaba prevista una reunión de “mesa chica” pero se decidió formalizar un encuentro de la Comisión Directiva donde los más duros lograron imponer el llamado a la huelga. Allí, además de los gremios del transporte, los sectores industriales que responden al dirigente de la UOM Francisco “Barba” Gutiérrez también sumaron su apoyo al llamado a huelga.

El acuerdo alcanzado ayer por el oficialismo con gobernadores podría ser un respaldo a la postura de los gremios más dialoguistas.

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