Caló no pudo contener el malestar de las seccionales y Abel Furlán será el nuevo secretario General de la UOM

Caló no pudo contener el malestar de las seccionales y Abel Furlán será el nuevo secretario General de la UOM

A pesar del intento del oficialismo, primó la posición de las seccionales más importantes del país. Tras 18 años, Antonio Caló deberá ceder el liderazgo de la UOM a manos de Abel Furlan, dirigente de raigambre kirchnerista y ex diputado nacional por el Frente para la Victoria. Se definirá en la elección que se realizará hoy mismo. Un cambio que impactará en las relaciones de fuerzas de la CGT y del movimiento obrero.

Por Jorge Duarte

 

La Unión Obrera Metalúrgica (UOM), uno de los gremios más emblemáticos de la Argentina y de los más poderosos del sector industrial, elegirá hoy a su nueva conducción por los próximos 4 años. Y habrá un cambio radical en su composición. Antonio Caló dejará de ser el secretario General después de 18 años consecutivos. Lo reemplazará Abel Furlan, secretario General de la UOM Zárate – Campana y hombre de fuerte perfil kirchnerista. De hecho tuvo un paso por la cámara de diputados de la mano del Frente para el Victoria.

Caló, el Secretario General del gremio desde 2004, un albertista declarado, y candidato natural a la reelección, no logró sumar las voluntades necesarias. Alrededor del «Tano» en los últimos días estuvieron llamando insistentemente a los seccionales del interior del país para tratar de asegurarse el acompañamiento. Pero lo cierto es que se le «escaparon» varias grandes.

La ruptura del tridente de poder conformado por Capital, Avellaneda y Rosario abrió el juego. Los dirigentes más cercanos al kirchnerismo empezaron a testear voluntades hace unos 15 días y encontraron terreno fértil para avanzar. La movida, con San miguel, San Martín, Zárate – Campana y Avellaneda como arietes, se terminó de consolidar con el poroteo previo de electores que marcó un número definitivo.

Los comicios, a través de un colegio electoral, serán el correlato de las elecciones que a principios de marzo se realizaron en las 54 seccionales que el gremio tiene a lo largo y a lo ancho del país. Allí quedó claro el descontento de las bases con la conducción. Le pasan factura por el deterioro salarial, pero también por los innumerables problemas por los que transitan los afiliados para lograr cualquier tratamiento sencillo en la Obra Social sindical. Municipios enteros en los que hay que hacer malabares para conseguir un turno de cualquier cosa. Y no lo logran. Los conocedores del paño, incluso, posan su mirada en el eje de negocios que llega a orillas del Presidente de la mano del Grupo Olmos. Salud y seguros, dos asuntos que generan urticaria entre los metalúrgicos.

Dicho sea de paso, Alberto Fernández tenía previsto una visita por la sede gremial en la que se va a elegir a la nueva conducción y decidió frenarla. A cada uno de los invitados les enviaron un mensaje en el que informaban que se suspendía el evento porque la conducción se había partido y el resultado era «incierto».

El crecimiento del kirchnerismo en la UOM tiene lógica. Es un gremio que vivió años de expansión del empleo hasta 2015, donde una gran cantidad de trabajadores jóvenes accedió a su primer empleo, y sufrió fuerte las consecuencias del cambio de modelo económico. Se le factura a Caló su cordial relación con Macri en momentos en los que se perdían miles de puestos de trabajo.

Todos coinciden que es improbable que haya, finalmente, dos listas en competencia. Con los números claros se negociará con los derrotados la integración de una sola nómina. Nadie va a ir a perder y quedarse fuera de la conducción en un gremio en el que el manejo de recursos está fuertemente centralizado y se depende demasiado de los dirigentes nacionales para que las seccionales puedan funcionar.

«Le ofrecimos a Caló quedarse como parte del secretariado en representación de la seccional Capital. También podría estar ahí Bonetti (su número 2)», explicaron desde el espacio que asegura tener los votos para encumbrar a Furlan. También buscarían la continuidad del platense, Enrique Salinas.

Las miradas para la resolución de este diferendo se posan sobre el otro liderazgo fuerte de la actividad: Naldo Brunelli. Un hombre que tiene su lugar asegurado, de buena relación con la gestión de Axel Kicillof, recientemente electo diputado provincial y que tiene capacidad de influencia como para ser el pacificador ante un posible cimbronazo. Podría ser el próximo número dos. Aunque eso todavía resto definirlo.

El cambio de perfil de la UOM reconfigura la composición total de la CGT y la relación de fuerzas dentro del movimiento obrero. Sería un ascenso del kirchnerismo, hasta ahora siempre minoritario y casi testimonial en Azopardo, y abriría el juego para nuevos armados intersindicales.

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