El pago del bono obligatorio de fin de año está al tope de la agenda empresarial, un compromiso que tiene vasos comunicantes con el nivel de actividad y el costo del crédito
Pese a que el tema ya no está en las tapas de los diarios, para los industriales el pago del bono no salió de la agenda, sino todo lo contrario. La certeza de que las empresas privadas deberán pagar un bono de $ 5000, en dos cuotas de $ 2500, la primera de las cuales se abonará dentro de dos semanas con los haberes de noviembre, viene acompañada por otra certeza. Y es que hay muchos sectores, en especial pequeñas y medianas empresas, que atraviesan un fuerte bajón en las ventas, que les complica afrontar el pago del bono.
Además, pese a las declaraciones en el sentido de que el bono de fin de año, compensatorio de parte de la pérdida del poder adquisitivo por la diferencia entre los porcentajes de incremento salarial acordados en paritarias y la inflación, seria tomado a cuenta de futuras acuerdos en paritarias, no está tan claro que sea aceptado sin más por los sindicatos.
Estos son algunos de los aspectos que analizaron ayer por la tarde los principales dirigentes de la Unión industrial Argentina (UIA) durante la reunión de Comité Ejecutivo de la entidad. En esa suerte de mesa chica del agrupamiento fabril sobrevolaron dos temas centrales, que en alguna medida son dos caras de una misma moneda, las dificultades para pagar el bono de fin de año y la caída de la actividad en muchas ramas industriales.
“Tal cual preveíamos, la actitud de muchos sindicatos, salvo excepciones, es la de no absorber o no compensar el bono” con incrementos en paritarias futuras, aseguró un empresario que participó de la reunión en la UIA. En la entidad recuerdan que la posición frente al bono tiene una fuerte correlación con “cómo está cada sector”.
En cuanto al nivel de actividad, aún no se tocó fondo y los empresarios lo saben. Según datos oficiales, en el acumulado del período enero-septiembre la actividad manufacturera registró una caída del 2,1% comparado con el mismo período del año anterior. Pero si se observa el desempeño en cada uno de los nueve meses, se observa con claridad un fuerte deterioro a partir de mayo. En los primeros cuatro meses la industria creció 3,1% interanual, pero tuvo caídas de 8,1% en junio, 5,7% en julio, 5,6% en agosto y un desplome de 11,5% en septiembre.
“Hablamos de la actividad, no hay nada imprevisible, sí la preocupación por el hecho de generar las condiciones de diálogo con el Gobierno, para tratar de acelerar las medidas que puedan ayudar a salir de este nivel de contracción”, admitió un importante empresario.
La agenda empresarial deja espacio también para las demandas por la fuerte presión impositiva, el costo del financiamiento, los problemas de acceso al crédito y el estiramiento e incluso el corte de la cadena de pagos, en los casos extremos, que afecta especialmente a las pymes.
Son todos temas que seguirán en agenda, incluso después del pago del bono.
Comentá la nota