La multinacional Kimberly-Clark, que fabrica pañales, cerró sin previo aviso su planta ubicada en el Parque Industrial de Pilar, dejando a 220 trabajadores despedidos. La medida fue comunicada mediante telegramas enviados entre el sábado y el lunes pasados, generando “desconcierto total” entre el personal afectado.
Con este marco, el Sindicato de Papeleros calificó el accionar patronal como “una decisión arbitraria” y ya inició medidas de fuerza para revertir la situación.
Según el gremio, la empresa había suspendido la actividad el viernes previo al cierre, bajo el argumento de realizar tareas de mantenimiento en una subestación eléctrica. Sin embargo, al día siguiente, Kimberly-Clark anunció el cierre definitivo del establecimiento, confirmando lo que el gremio describe como una “artera” forma de comunicar los despidos. Incluso, según trascendió, la jefa de Recursos Humanos de la planta, Yuliana Ballester, quien firmó los telegramas de despido, también fue desvinculada de la compañía.
La planta de Pilar producía principalmente la marca Kotex, enfocada en protección femenina, y toallitas descartables premium para bebés bajo las marcas Huggies y Kimbies, además de otros productos de consumo masivo como Kleenex y Scott.
Kimberly-Clark justificó el cierre como parte de una «estrategia de optimización y crecimiento sostenible», anunciando que toda la producción se centralizará en su planta de San Luis. La compañía proyecta invertir 15 millones de dólares en la provincia puntana durante los próximos tres años, incluyendo el traslado de maquinaria y recursos desde Pilar. Sin embargo, no se ofreció ningún tipo de reubicación laboral a los empleados cesanteados en la localidad bonaerense.
Desde la empresa, indicaron que con esta nueva estrategia, la planta de San Luis se convertirá en el centro productivo más importante de la compañía en el país y el segundo más grande de América Latina en el área de cuidado personal.
No obstante, en Pilar se fabricaban productos específicos, como los de higiene femenina y toallitas para bebés, que ahora podrían importarse desde Brasil, donde Kimberly-Clark tiene un joint venture con Suzano, un fabricante referente en el rubro. Además, en el sector aseguran que en la planta de San Luis «desde hace rato no dan las cuentas» y que los pañales Huggies fabricados allí tienen un costo superior a los producidos en la planta de Kimberly-Clark en China.
El cierre de la planta de Pilar se suma a una serie de clausuras de Kimberly-Clark en América Latina en los últimos años. Desde 2019, la compañía bajó las persianas de sus plantas en Porto Alegre (Brasil) y Bernal (Argentina), y a mediados del año pasado, también cerró su establecimiento en Chile.
Diego Lijo, del Sindicato de Papeleros, manifestó que, desde el gremio, “estamos reclamando que se reabra la planta, pero muchas veces las decisiones de las multinacionales son hechos consumados. Para los trabajadores esto es un golpe durísimo”. El sindicato ha activado acciones administrativas, exigiendo una audiencia urgente para solicitar la reapertura y la reincorporación de los 220 despedidos. En caso de no lograrlo, pelearán por mejorar las condiciones de la liquidación.
El conflicto sigue abierto y se esperan definiciones en las próximas horas, mientras los trabajadores organizan protestas en la puerta del predio y preparan presentaciones ante el Ministerio de Trabajo.
El cierre de la planta de Pilar se da en un contexto particular en el que el precio de los pañales, un producto clave de Kimberly-Clark, ha experimentado un aumento significativo. A lo largo de 2024, los pañales se ubicaron en el puesto número 10 de los productos que más aumentaron en la canasta medida por el INDEC, con un salto del 144% en precio, superando el 117,8% del IPC general.
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