El secretario general de la CTA de los Trabajadores enfatizó que la reforma laboral no busca modernizar sino profundizar desigualdades.
A horas de la movilización a Plaza de Mayo contra el proyecto de reforma laboral, que se realizará este jueves 18 de diciembre a las 15 con la presencia de todas las organizaciones sindicales,el secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, realizó una publicación en la que refuta los principales argumentos que el Gobierno nacional utiliza para justificar su plan de flexibilización, asegurando que se trata de “mitos” que buscan legitimar un retroceso en derechos conquistados por el movimiento obrero.
Uno de los primeros aspectos refutados por Yasky en su publicación es la idea de que la legislación laboral argentina y los convenios colectivos de trabajo se encuentran desactualizados.
El dirigente gremial indicó que, si bien 1975 fue un año clave por la cantidad de convenios firmados, después hubo una interrupción de la negociación colectiva a partir de la dictadura cívico-militar de 1976, cuando se anuló la actividad sindical. Desde la recuperación democrática, y especialmente entre 2003 y 2015, se firmaron numerosos convenios colectivos que actualizaron condiciones laborales y salariales en muchísimos sectores.
«Modernizaciones» que fracasan
Además, Yasky recordó que ya hubo «modernizaciones» durante la década de 1990, cuando se aplicaron reformas laborales de fuerte sesgo flexibilizador, como la Ley de Empleo de 1991, los decretos de 1996 y la denominada “Ley Banelco” sancionada en 2000.
En todos esos casos, señaló, la promesa fue generar más empleo registrado, pero el resultado fue un aumento del desempleo, que llegó a alcanzar al 25% de la población económicamente activa.
Con ese telón de fondo, Yasky también cuestionó que mientras el Gobierno habla de normas antiguas que es necesario modernizar, se niega a revisar la ley de jornada laboral de 48 horas semanales, vigente desde 1929. Y recordó que quien rechazó con mayor énfasis la idea de actualizar esa normativa que data de hace casi 100 años fue el secretario de Trabajo de la Nación, Julio Cordero.
El mito de que la reforma laboral no afecta a nadie
Otro de los «mitos» que el dirigente sindical señaló es el que sostiene que la reforma no tendría impacto real debido al alto nivel de informalidad laboral, es decir, que solo se trataría de legalizar lo que hoy es ilegal, como forma de resolerlo.

Hugo Yasky refutó argumentos sobre la reforma laboral y dijo que el Gobierno no quiere modernizar sino someter.
Al respecto, Yasky advirtió que en Argentina existen más de 10 millones de trabajadores asalariados registrados, cuyas condiciones de empleo y salario se verían directamente afectadas.
Según planteó, el deterioro de los derechos laborales de ese universo tendrá consecuencias sobre el conjunto de la economía, ya que la pérdida de poder adquisitivo reduce el consumo y profundiza la precarización general. “No se trata de esferas separadas”, sostuvo, al remarcar que el empleo formal e informal están estrechamente vinculados.
Para Yasky, el objetivo central de la reforma no es únicamente reducir costos salariales, sino disciplinar a los trabajadores en el plano individual y colectivo, debilitando la organización sindical y la negociación colectiva.
En ese sentido, advirtió que el rumbo propuesto se asemeja a modelos económicos con alta informalidad, escasa industrialización y profundas desigualdades sociales.
Las propuestas alternativas que el Gobierno no quiere oír
Finalmente, el titular de la CTA de los Trabajadores rechazó la acusación de que los sindicatos y la oposición simplemente quieren mantener todo como está.
Señaló que en la Comisión de Legislación Laboral de la Cámara de Diputados se presentaron decenas de proyectos orientados a modernizar las normas laborales a partir de los cambios tecnológicos, productivos y sociales, pero que el Gobierno nunca los consideró.
Entre las propuestas mencionadas se encuentran la regulación del trabajo en plataformas digitales, la ampliación de licencias por cuidados con perspectiva de género, la reducción de la jornada laboral, el derecho a la desconexión digital, la participación de los trabajadores en las ganancias empresarias y la creación de comités mixtos de salud laboral, entre otras iniciativas.
Yasky subrayó que estos debates forman parte de una agenda global: más de 50 reformas laborales en casi 30 países avanzan en la mejora de las condiciones de trabajo y la ampliación de derechos.
En contraposición, advirtió que la reforma impulsada por el Gobierno argentino “no moderniza, sino que busca volver a un pasado de mayor desigualdad y desprotección”.


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