Los ecos de Plaza de Mayo exponen, una vez más, la grieta entre gremios cercanos al kirchnerismo y la conducción cegetista. La UOM pidió un plan de lucha, y más allá de Azopardo ATE Nacional plantea avanzar por una central obrera única
Por Luis Autalan
La movilización en apoyo a Cristina Fernández profundizó las tensiones internas de la CGT y generó impactos en otras centrales obreras y en la opinión pública. La central de Azopardo, amparada en la figura de “libertad de acción”" para los sindicatos que la integran, se apartó de la organización del acto. Pese a haber anticipado que “no descartaba ninguna variante" de reacción, dejó al descubierto sus clásicas diferencias internas, en la antesala de la renovación de su conducción.
Como publicó BAE Negocios, la división que genera Cristina —vigente desde sus mandatos presidenciales— agrupa, por un lado, al “grupo de confianza” de la exmandataria, y por otro, a “Agrupación La Señora”, integrada por gremios que mantienen distancia, a pesar de haber conformado en su momento una CGT alineada al kirchnerismo.
Si las divergencias ya se manifestaban en el plano simbólico, el pronunciamiento de la UOM aportó documentación concreta. El gremio metalúrgico, liderado por Abel Furlán, reclamó públicamente un “plan de lucha sostenido y escalonado” frente al ajuste y la proscripción de Cristina. No obtuvo respuesta en Azopardo, hecho que, para quienes conocen la dinámica cegetista, no resultó sorpresivo.
Furlán fue uno de los impulsores de la normalización de las regionales de la CGT. Aunque esa tarea carece de visibilidad ante la opinión pública o entre los ciudadanos “de a pie” que se movilizaron a Plaza de Mayo, reviste peso específico en el universo sindical. En paralelo, durante los últimos meses, Azopardo expresó críticas al Gobierno, pero evitó nuevas medidas de fuerza frente al deterioro salarial, el desempleo y el cierre de industrias.
De todos modos, referentes como el triunviro Héctor Daer, el adjunto Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra) pusieron en la mira la paralización de la obra pública, la informalidad laboral y otros temas que incluso llevaron ante la OIT, donde Martínez representa a la CGT.
El planteo metalúrgico
A pesar de esas expresiones, la central obrera volvió a carecer de iniciativa propia en torno a la figura de Cristina. Algo similar ocurrió tras el intento de magnicidio, cuando la falta de una movilización orgánica por parte de las organizaciones sindicales dejó heridas aún abiertas.
En ese marco, la próxima renovación de autoridades cegetistas suma interrogantes. La sucesión tendrá lugar en los próximos meses, luego del conflictivo bautismo del actual triunvirato, que ya no incluye a Pablo Moyano. Su lugar fue ocupado por otro dirigente camionero, Octavio Argüello, de perfil muy distinto a su antecesor. Más que un antecedente, es un dato vigente.
El regreso de Pablo Moyano a la escena pública, tras su reunión con Cristina, revivió los cuestionamientos que le valieron su salida de la conducción. Junto a él, Mario “Paco” Manrique (Smata), también alejado de la CGT, sigue siendo una de las voces más influyentes del “Círculo de Confianza” sindical que mantiene diálogo con la expresidenta. Ese sector no oculta su crítica hacia la mesa chica de Azopardo, dominante y dialoguista.
En ese frente interno destaca también la figura de Sergio Palazzo, titular de la Asociación Bancaria y diputado nacional, quien desde una postura propia promueve el debate desde ese mismo círculo cercano a Cristina.
Una moción desde ATE
Para completar el panorama del movimiento obrero, Rodolfo Aguiar —secretario general de ATE Nacional— propuso una reforma estructural: la creación de una Central Única de Trabajadores (CUT). “Los sindicatos enfrentan una crisis de representación. Hay que buscar nuevas formas organizativas para reencontrarnos con los trabajadores”, sostuvo.
Aguiar advirtió que el impacto de las nuevas tecnologías, la robótica y la inteligencia artificial debe ser parte de esa reformulación. “Recuperar la confianza perdida requiere asambleas, presencia en los barrios, las fábricas y todos los sectores laborales”, agregó.
Todo esto ocurre mientras el respaldo que aún conserva Javier Milei —“no solo en la clase media, sino en la clase un cuarto: los nuevos pobres”, ironizó una fuente sindical— sigue marcando el ritmo. En cuanto a las respuestas estructurales, aún no se perfila un esquema definido, más allá del clásico “alerta y movilización” y de las acciones judiciales que la CGT ya activó frente al avance libertario sobre los derechos laborales.
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