En 2024, los trabajadores de entre 20 y 64 años en Países Bajos promediaron una jornada laboral de 32,1 horas semanales, la más corta de la Unión Europea.
Este cambio, lejos de ser el resultado de una reforma oficial de “semana de cuatro días”, se ha dado de manera gradual y está muy relacionado con el fuerte crecimiento del empleo femenino y del trabajo a tiempo parcial en ese país.
Según un análisis reciente, “la semana laboral de cuatro días se ha vuelto muy, muy común” en Países Bajos, señala el economista Bert Colijn del banco ING. El nuevo patrón de trabajo, impulsado por la incorporación masiva de mujeres al mercado laboral en las décadas de 1980 y 1990, pasó luego a incluir a hombres, especialmente padres que adoptaron empleos a tiempo parcial por motivos de cuidado familiar.
Para trabajadores y trabajadoras, esta transformación plantea una reflexión interesante. Por un lado, se abre la posibilidad de jornadas más cortas que permitan equilibrar mejor la vida personal y laboral. Por otro, la cifra promedio de 32,1 horas incluye a quienes trabajan a tiempo parcial, lo que significa que muchas personas siguen con convenios de jornada reducida o contratos flexibles.
Según los datos de Eurostat, el promedio en la Unión Europea fue de 36 horas semanales en 2024, lo que resalta aún más la diferencia neerlandesa.
Este modelo también ha sido asociado con una tasa relativamente baja de desempleo en Países Bajos (en torno al 3,6 %) y un alto nivel de participación laboral, lo que sugiere que la reducción de horas no ha ido acompañada de una menor inserción laboral.
La preocupación, sin embargo, es si este camino podría replicarse en otros contextos laborales, como el latinoamericano o el argentino, donde las realidades de empleo pleno, informalidad y convenios colectivos distan bastante del modelo neerlandés.
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