La vuelta de Cristina desvela a los sindicalistas

La vuelta de Cristina desvela a los sindicalistas
Vuelve Cristina, pero ¿cómo volverá? ¿En una versión edulcorada, como efecto de la combinación de sus problemas de salud y de la derrota electoral? ¿O en una versión recargada, en la que se mostrará más radicalizada e intransigente que nunca?
Los sindicalistas no hablan de otra cosa, pero los del sector oficialista son los que prenden velas para que la “nueva” Presidenta, en una u otra versión, no los siga marginando.

Es que la CGT Balcarce mantiene su incondicional alineamiento político con la Casa Rosada, aunque las señales que recibe no son muy alentadoras: el Gobierno, por ejemplo, no pagó a principios de mes los millonarios reintegros a las obras sociales y sólo luego de una desesperada peregrinación de los dirigentes gremiales, el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, se comprometió a girar el dinero el 1° de diciembre.

Aún así, hay una deuda acumulada de unos 400 millones de pesos que sigue sin llegar a las obras sociales y, para colmo, los sindicalistas K se quejaron en varios despachos oficiales porque expertos técnicos detectaron que de cada 100 pesos en concepto de reintegro que les devuelve la superintendenta de Servicios de Salud, Liliana Korenfeld, se “pierden” unos 50 pesos en el camino por motivos que van desde exigencias imposibles de cumplir hasta un cúmulo enorme de gastos administrativos.

Por eso, el decisivo rubro de los fondos de las obras sociales fue el que acaparó la reunión del miércoles pasado del consejo directivo de la central oficialista y uno de los que puso de peor humor a sus dirigentes. Hay motivos prácticos, porque todos los meses deben compensar la desfinanciación del sistema de obras sociales con plata de los sindicatos, y también políticos: tienen la certeza de que la Presidenta retacea los fondos que aportan los trabajadores porque desconfía de la clase sindical y teme quedar salpicada por irregularidades como las que llevaron a prisión al bancario Juan Zanola.

Si el Gobierno trata así a los amigos sindicales, es lógico que la pasen mucho peor enemigos como Hugo Moyano, al que, como se anticipó en esta columna, hasta la Corte Suprema castigó con la anulación de la sentencia que avalaba el pase a Camioneros de afiliados del Sindicato de la Alimentación que trabajan en la empresa Gate Gourmet. Pero el jefe de la CGT Azopardo está demostrando una inusual capacidad de supervivencia política. Su tropiezo en las elecciones pareció compensarse cuando un indiscutible ganador como Sergio Massa lo buscó para un encuentro reservado que dejó más sospechas que certezas. ¿Por qué encontrarse en secreto, y en la casa de un amigo del intendente, sin fotógrafos ni testigos, si sólo era para hablar de temas “de gestión”?

Allí acordaron que el massismo y el moyanismo trabajarán juntos, pero manteniendo cada sector su identidad. Desde ambas fracciones niegan un pacto para mantener la paz social, como denunció Pablo Micheli, titular de la CTA opositora, luego de que la CGT Azopardo decidió no acompañarlo en la movilización del 20 de noviembre.

Algunos olfatean algo extraño. Es cierto que la mayoría de los moyanistas no quieren a sus colegas ceteístas porque les marcan la agenda y compiten para sacarles el poder con gremios paralelos. Pero, el fin de semana pasado, el dirigente que más conoce a Moyano lo escuchó a éste hablar de una forma que parecía anticipar su apoyo a la marcha del 20. En cambio, el lunes se reunió con Massa y el martes se bajó de la protesta.

“Sergio piensa que no es tiempo para huelgas ni movilizaciones, pero no se habló de eso con Moyano”, aseguraron cerca del intendente de Tigre. También lo desmintieron en el entorno del camionero, que anteayer demostró que está muy lejos de moderarse: su duro discurso durante el encuentro de la Pastoral Social porteña, lleno de reproches y de chicanas a sus rivales kirchneristas, graficó lo difícil que será reunificar la CGT.

Al mismo tiempo, la misteriosa ausencia de Caló tampoco fue un aporte al espíritu de concordia sindical que auspicia la Iglesia. ¿No se animó a enfrentarse a Moyano? Dicen que los organizadores lo llamaron, pero que nunca atendió el celular, y por eso tuvieron que convocar a último momento a otro dirigente de la CGT Balcarce, Horacio Ghilini.

Lo extraño de Caló es que haya desairado a la Pastoral Social cuando estaría a punto de viajar al Vaticano para una audiencia privada con el papa Francisco, junto con dirigentes de gremios K de la industria como Ricardo Pignanelli y Jorge Lobais. Lo mismo harían, por separado, el ultrakirchnerista Omar Viviani y el moyanista Oscar Mangone.

Claro que no serán los únicos sindicalistas argentinos por el mundo: Carlos West Ocampo y Héctor Daer, de Sanidad, se fueron a un congreso en Dublín, lo que obligó a postergar para el sábado 24 el acto sindical del massismo, en el que el líder del Frente Renovador llamará de nuevo a la reunificación cegetista, con la expectativa de que avancen en ese rumbo dirigentes gremiales de segunda y de tercera línea.

Otro que está haciendo las valijas es Facundo Moyano. El viernes próximo viajará a Estados Unidos para hablar sobre sindicalismo en la Universidad de Harvard, invitado por el politólogo Steven Levitsky, y aprovechará para tomar contacto con dirigentes de la AFL-CIO, la poderosa central obrera norteamericana, aunque también planea reunirse en Washington con el jefe del sindicato camionero local, James P. Hoffa, el hijo del legendario Jimmy Hoffa, que, como se sabe, fue el Hugo Moyano del país del Norte.

A su regreso, lo espera una tarea difícil: impulsará su proyecto de reforma sindical, con limitación de reelecciones y garantías de democratización, que es resistido por todo el moyanismo, con excepción de su padre. Y para buscar consenso se reuniría con Micheli, aunque sabe que la CTA opositora quiere cambiar de raíz el viejo modelo sindical.

Ese modelo que defiende un dirigente como Caló, que hace poco tiempo redefinió el concepto de democracia cuando sostuvo: “Yo felicito a los (sindicalistas) que tienen lista única”.

¿No habría que felicitar a los que logran ser representativos y no a los que compiten contra nadie?

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