Héctor «Gringo» Amichetti: «Si hoy existen los movimientos sociales es porque los sindicatos no tuvimos respuestas para contener a los trabajadores que íbamos perdiendo»

Héctor «Gringo» Amichetti: «Si hoy existen los movimientos sociales es porque los sindicatos no tuvimos respuestas para contener a los trabajadores que íbamos perdiendo»

Es el titular de la Federación Gráfica Bonaerense y referente de la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT). Héctor «Gringo» Amichetti considera que si bien «estuvimos todos» en la reciente unidad de la CGT el no profundizar las bases de ese acuerdo derivará en históricas fracturas.

Por: Luis Autalán. Fotografía: Ariel Gaspardi

La definición para el modelo de país y desarrollo industrial como también la reinserción de trabajadores y trabajadoras son materias inevitables para desarrollar. «El kirchnerismo es peronismo», sustanció realzando el rol de Cristina. Y en tono autocrítico asumió que el neoliberalismo pudo filtrar en el Movimiento Obrero el paradigma de la resignación.

Al recibirnos en su oficina de la histórica Federación Gráfica Bonaerense se iluminó su mirada, entre tantos temas de pleno estrés, para referir a su condición de riverplatense y los laureles de grandeza de la era Marcelo Gallardo. Ese sentimiento futbolístico pero sobre todo y en primer lugar la referencia a su familia denotan un orgullo emotivo de realce.

Para los temas duros, el obsequio de su libro «2015/2019, Cuatro años de Plutocracia Infame y Resistencia Popular» marca mucho más que tendencia sobre un dirigente gráfico que pondera la palabra impresa. No hay casualidades sino causalidades. Sin elevar el tono de voz y con pausas gusta de remarcar los hitos históricos del sindicalismo argentino, hilvana con paciencia la sucesión de hechos que desembocan en esta pandemia, la evolución de la crisis y la mirada para el corto plazo del destino en la Argentina.

Héctor Amichetti comparte entonces la prédica y trayectoria de un sindicalista gráfico notable, Raimundo Ongaro, subrayando la vigencia de quién considera un pensador nacional y popular. Está casado con María Rosa Martínez, diputada nacional por el Frente de Todos, un amor que nació en la localidad de Rojas y tiene vigencia desde noviembre de 1981. Esa relación floreció en 5 hijos, y «2 nietas y tres nietos», como le complace remarcar. «La mayoría son hinchas de River Plate también», dice sonriente. Su compañera, como la define con orgullo, «es vital y renueva cada día la motivación para nuestro camino en común» y al pasar comenta que María Rosa estuvo presa 3 años durante la dictadura, lapso en el que nació Pablo su hijo mayor, «cuyo padre fue un compañero asesinado». Un párrafo fuerte de la charla, que obliga al silencio de reflexión compartido en forma tácita. Apelar entonces a The Beatles en cuanto «a lo que se necesita es amor», nos permite dar inicio a la charla formal con InfoGremiales:

«Lo que sostenemos desde la Corriente Federal, es que si estamos hablando de la recuperación de la economía no podemos aceptar que haya compañeros y compañeras que deban resignarse a no poder volver a tener un trabajo y regresar a la formalidad»

Héctor «Gringo» Amichetti

-No parece sencillo formar una pareja con alguien que no comparta ideología.

-Supongo que sí, debe existir una comprensión del compromiso militante que pueda tener cada integrante de la pareja. Si eso no sucede las circunstancias obligan a tolerar ciertas cosas y eso no siempre sucede o es muy difícil de sobrellevar. Hablemos por ejemplo del tiempo que uno le dedica al sindicalismo o a la política. Si hay comprensión el camino a la armonía es más fácil.

-¿Y usted dónde tiene el cable a tierra entre tanta agenda sindical y política?

-En nuestra misma familia, con 5 hijos y 5 nietos uno encuentra mucho más que un cable a tierra. Por suerte vivimos cerca y es muy difícil que haya un domingo donde no nos juntemos. Más allá de que no todos nuestros hijos son militantes, se privilegia una gran comprensión de unos a otros. Y eso gratifica porque existe un ida y vuelta del respeto entre nosotros.

-La Federación Gráfica también hace a una familia. ¿Con los avances de la tecnología afronta cambios y tiene su capítulo especial en la crisis?

-Por supuesto, el impacto de las tecnologías en nuestra industria es muy grande. No solo abarca al oficio sino a las diferentes ramas de esta actividad. Esos avances hacen a que haya menos personas en los procesos. Hablamos del diseño, el armado y otros, lo que antes demandaba cuatro etapas a veces se puede resumir a una sola por estos días. Antes la fortaleza de la gráfica estaba en el sector editorial, como los casos de Atlántida, Abril, Perfil, Fabril Financiera y otras. Muchas de esas empresas ya no existen, fijate el caso de las revistas hay mucho menos tiraje de ejemplares que en otros tiempos. Cuando algunos compañeros nos recuerdan que hubo momentos donde una revista podía llegar a tirar 100.000 ejemplares, caemos en la cuenta de que si hoy tiene 30.000 se puede considerar líder.

Héctor «Gringo» Amichetti

-Y esa reducción productiva no sólo abarca a las revistas.

-Claro, está el caso de los diarios porque hoy, salvo Clarín y el Diario Popular, el resto se imprimen en talleres de otros. Hubo una reconversión y los talleres más grandes de dedican al packaging, los estuches, las etiquetas etc. Bueno, en esa producción si hubo un crecimiento, el cual es propio de las diferentes formas en las que se envasan desde alimentos a medicamentos. Cada producto con sus especificaciones. Si tenés la oportunidad de estar en los talleres donde se imprimen esos envases realmente te impacta el avance de la tecnología.

-¿Cuántos afiliados tiene hoy la Federación Gráfica?

-Después de la crisis macrista quedamos con 16.000 trabajadores y trabajadoras en Capital y Gran Buenos Aires que es la zona abarcada por nuestra organización, de los cuales 12.000 son afiliados y afiliadas. Respecto a otras federaciones que abarcan el interior del país hay allí la mitad de trabajadores que existen en CABA y Conurbano, donde se concentra la mayor actividad del sector.

-Considerando ese presente y el pasado, con empresas que imprimían en Chile y luego ingresaban sus publicaciones al mercado local, se deduce que nunca fue sencilla esta actividad.

-No, desde ya. La pelea por la defensa de la producción nacional es una constante por la variables políticas y las crisis económicas. Podemos remitirnos a la normalización de este gremio que llegó en 1984 con la recuperación de la democracia y llegar a estos días donde perdimos muchos puestos de trabajo por la falta de la reconversión tecnológica, pero sobre todo por las sucesivas crisis de la economía. Nuestra actividad está ligada la capacidad de consumo interno. Estamos vinculados a la producción de alimentos, indumentaria, calzado y muchos otros productos. Ahora en cuanto a lo editorial podemos destacar que la impresión de libros se sostiene, pese al auge de las tecnologías, computadoras e internet. La producción de libros digitales no llega al 17%.

«A través de la riqueza nacional productiva la Argentina puede alcanzar la plena ocupación. Y cuando afirmo esto lo hago pensando que esa ocupación plena tiene que llegar con un término no negociable: la dignidad absoluta»

-La impresión de libros en papel y sostenida no deja de ser una buena noticia.

-Claramente. Y no tiene demasiados secretos porque está vinculada a que se impone la lectura en papel por sobre lo digital, lo cual es un fenómeno cultural. Y sobre todo teniendo en cuenta que si hablamos de una capacidad de consumo con crisis económicas frecuentes, la compra de libros es uno de los gastos que cualquier persona o familia recortan primero.

-El sinuoso camino de ir de crisis en crisis.

-Hay referencias concretas porque la gráfica perdió muchos puestos de trabajo en 1989 con la hiperinflación y ni hablar de 2000 y 2001. Bueno en ese momento nosotros desarrollamos las experiencias que hacen a empresas recuperadas. Hoy tenemos 25 cooperativas gráficas, que en su momento fueron empresas que, o bien presentaron la quiebra o fueron abandonadas por sus empresarios. Con ellas armamos una red de cooperativas, cuyos trabajadores y trabajadoras están dentro de nuestra organización sindical porque esos compañeros y compañeras son afiliados y cuentan con la obra social. Lo cual es autogestión y una nueva experiencia sobre formas de trabajo. Nuestra obligación es que se tenga en cuenta que esta forma de trabajo, está inserta en la realidad y necesita del respaldo del Estado. Quizás no es la forma clásica de relación de dependencia pero tiene que ver con el trabajo.

-Una pregunta de tinte neoliberal, ¿son redituables esas cooperativas?

-Te respondería que muchas de ellas han realizado esfuerzos enormes, incluso para incorporar maquinarias, muchas se volcaron a la producción de envases y otros productos. Por lo general lograron un equilibrio, ahora su existencia está ligada a los procesos de crisis. Hasta 2015 veníamos de tener estabilidad y con el macrismo el derrumbe fue grande, incluyó tarifazos y otros factores durísimos. También corresponde decir que hasta la fecha todavía faltan medidas gubernamentales. Me refiero a que se debe considerar al cooperativismo como un sector económico de relevancia para cualquier despliegue de planificación. Se lo ve como un producto de la crisis, una actividad complementaria y la valoración debe ser otra, la de tomar a las cooperativas como una opción real de generar trabajo. Recién con la decisión del Gobierno para pasar el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) a la órbita de Producción hay un paso, restan otros, como por ejemplo que puedan tener acceso al crédito como cualquier otra empresa tradicional. En el INAES se trabaja para lograr otro tipo de créditos no bancarios lo cual es una cuestión clave. El retraso para incorporar equipamientos en estas cooperativas habla por si solo de sus necesidades, porque insisto, estamos hablando de algo decisivo como mantener y generar puestos de trabajo.  

-La Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) plantea ejes similares como el crédito no bancario, y que esos trabajadores/as tengan un «DNI» de existencia laboral.

-Exacto y es asumir que la pérdida de la relación formal en el trabajo no implica que haya dos sectores de trabajadores/as. Decimos no hay de primera y de segunda, todos son trabajadores y trabajadoras. Algunos lo hacen de manera informal y otros bajo relación de dependencia. Mientras tanto van surgiendo estas nuevas formas de organización como el cooperativismo y otras. Es muy bueno lo que plantean la UTEP y otros movimientos sociales para articular acciones con el Movimiento Obrero Organizado, más allá de que algunos sectores sindicales lo rechazan. Y el rechazo es porque se quedaron en aquello de que «si no hay relación de dependencia no sos parte de la organización sindical». Si hoy existen los movimientos sociales es porque en algún o varios momentos los sindicatos no tuvimos respuestas para contener a los trabajadores que íbamos perdiendo en cada gremio. Más allá que nos toca hablar de nosotros mismos, lo que se hizo en Gráficos de contener a los compañeros y compañeras que iban perdiendo su trabajo en cooperativas, constituye un caso excepcional, incluso otras alternativas se pueden contar con los dedos de la mano, como los curtidores, algunas seccionales de la UOM y no muchas más. Lo que el Movimiento Sindical no hizo en su momento es muy importante poder hacerlo ahora. Es lo que sostenemos desde la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), si estamos hablando de la recuperación de la economía no podemos aceptar que haya compañeros y compañeras que deban resignarse a no poder volver a tener un trabajo y regresar a la formalidad.

-No parece sencillo cómo hacerlo.

-Mire, si estamos hablando de un país que está recuperando su economía, a través de la riqueza nacional productiva la Argentina puede alcanzar la plena ocupación. Y cuando afirmo esto lo hago pensando que esa ocupación plena tiene que llegar con un término no negociable: la dignidad absoluta. Y cuando planteamos esto no se trata de utopías, estamos hablando en concreto de una nación que no sólo se convierta en exportadora de materias primeras o los producto de sus recursos naturales. Nos referimos a un país que logre mejorar su nivel de industrialización y potenciando las economías regionales, por esas vías podremos alcanzar el objetivo de recuperar y generar puestos de trabajo. Con la debida actividad y energía del Movimiento Obrero para alcanzar esos objetivos y potenciar la formación y capacitación de esos compañeros/as que hoy no tienen trabajo, estaríamos preparando el mejor terreno para su reinserción y superando esta discusión sobre los planes sociales, los subsidios del Estado y otras.

«Los 26 puntos de la CGT en 1985 realzaron la necesidad de una moratoria por la deuda externa, porque los recursos deben volcarse a la recuperación interna para recién después plantear cómo se paga la deuda. ¿Tiene vigencia ese punto hoy, verdad?»

-¿Hay tiempo hacia 2023 para mejorar la situación?

-Viene un momento clave para definir lo que vendrá en estos dos próximos años respecto al proyecto de país, como por ejemplo el Plan Plurianual. El cual a su vez está ligado con las negociaciones por el pago de la deuda externa. Ahí consideramos que no se puede obviar ni minimizar el rol que jugaron aquellos que aprovecharon esa toma de deuda para fugar capitales. Por lo tanto habrá que tocar temas estructurales como una reforma tributaria progresiva, porque los sectores concentrados de la economía deben ser los que más aporten para el desarrollo de la Argentina. Y en esto también hay que consolidar el rol del Estado en cuanto al comercio exterior, donde está el mayor nivel de riqueza a través de las multinacionales. Si no interviene el Estado, con la mejor tónica peronista, no se podrá esperar que gran parte de esa riqueza sea volcada a la obra pública y al desarrollo industrial. Como lo hizo Juan Perón en su momento. Si algo logró el liberalismo es que cada vez que aparece el Estado para cumplir su rol de control, es que esa dinámica sea tomada como un pecado. Es el mensaje unificado que brindan los medios de comunicación de los sectores concentrados, que se horrorizan por la intervención estatal.

-Coincidamos también en que hay trabajadores y pobres que fustigan esa intervención estatal. ¿Qué sensaciones o reflexiones le provocan esas expresiones?

-Es parte de la batalla cultural que se está perdiendo en algunos sectores. También diría que quienes se expresan así lo hacen desde la resignación. La cual, siempre insistimos, es lo peor que nos puede ocurrir como sociedad y como trabajadores: aceptar la lógica de un sistema de desigualdad. La única salida, ante destratos tan hirientes, es enfrentar a los sectores concentrados. Si la propuesta política es consolidar un gran frente nacional tenemos que desafiar esa concentración de poder, riqueza y privilegios que está en manos de muy pocos. Por eso nos parece crucial el tipo de construcción política, porque no podemos quedarnos en ganar una elección. Para los peronistas la democracia hace a construir la justicia social y las transformaciones que sean necesarias. Perón lo dejó muy claro incluso cuando habló incluso de «demoliberalismo». Hay que pegar un salto de calidad porque en democracia hay que ganar una elección y también fortalecer las organizaciones del pueblo, los sindicatos, los empresarios y de todos los sectores ligados al interés nacional a fin de lograr una democracia de participación plena. Por allí vamos a imponer la voluntad de la mayoría sobre los poderes de los grupos concentrados.

-¿No es antojadizo pensar entonces que si al kirchnerismo no se lo considera peronismo se le está otorgando una ventaja apreciable a los «rivales»?

-Si, exacto. Mirá, cuando algunos plantearon y plantean que hace falta un peronismo más puro y que el kirchnerismo es otra cosa, ya lo dije en algún acto, les pedí que me explicaran si desendeudar al país y sacarse de encima al FMI no es peronismo. O que en paritarias los salarios estén por encima de la inflación, algo que regresó con Néstor Kirchner, eso tampoco lo es? Hablo de reforzar la economía y el consumo del pueblo, un clásico del peronismo. Como también lo fue llegar al Gobierno en 2003 con una debilidad política apreciable y poner como objetivo que había sectores que debían quedar bajo el control del Estado, por ejemplo a las AFJP para recuperar los fondos previsionales, también a Aerolíneas Argentinas, el servicio de agua o el caso de YPF, allí hasta donde se pudo llegar. Con toda esta gama no hay diferencias: el kirchnerismo es peronismo, ahora por la vertiente liberal podemos llegar al peronismo de Miguel Angel Pichetto donde no se aprecian diferencias con el macrismo.

-¿La Corriente Federal de los Trabajadores es bohemia o idealismo peronista? Incluso ahora que forman parte de la nueva era que la CGT inició el 11 de noviembre.

-Lo más importante de la Corriente es que rescató, en un momento puntual como el inicio de la era macrista, un lineamiento sindical trascendente. El cual se basa en conceptos peronistas: es imposible considerar un sindicalismo que no contemple un proyecto de Nación. Porque es imposible la plena ocupación y buenos salarios sin lograr independencia económica, lo cual está expresando con el protagonismo de los trabajadores y trabajadoras desde 1945 a 1955. Si nos remitimos al Documento de La Falda (1957), veremos cuestiones que también debería estar planteando hoy el sindicalismo argentino. Uno de los puntos es el control estatal para el comercio exterior, como también recuperar el sistema financiero al servicio de la producción y otros ítems. Pasando por otros documentos históricos y etapas podemos llegar a la CGT de Saúl Ubaldini que también expresó que el Movimiento Obrero debe plantear un proyecto de país. Los 26 puntos de la CGT en 1985 realzaron la necesidad de una moratoria por la deuda externa, porque los recursos deben volcarse a la recuperación interna para recién después plantear cómo se paga la deuda. ¿Tiene vigencia ese punto hoy, verdad? Bueno la Corriente lo que hace es rescatar esa línea conceptual, de acción histórica y la instala en agosto de 2016 con la unidad del Núcleo/MTA, con lo que habíamos construido con gremios del interior del país en la Corriente Político Sindical, con la Asociación Bancaria sumándose también. Ahí concretamos una actualización programática de 27 puntos, y también planteamos ante la CGT que debíamos tener un programa y un plan de acción ante la ofensiva macrista. Ahora, si la mirada tiene que ver con la cantidad de sindicatos que propiciamos eso, obviamente el grupo es minoritario. ¿Y por qué? Bueno, suelo recordar que el neoliberalismo también penetró en nuestras organizaciones sindicales. Lo hizo con algo que hablamos, planteando la lógica de la resignación. Prueba de ello son los 90 donde algunas multinacionales dominan los servicios esenciales, una situación que incluso perdura en estos días. Eso generó un corte en cuanto a un proyecto de nación con la participación de trabajadores/as y la realidad sectorial de un gremio.

«Si algo logró el liberalismo es que cada vez que aparece el Estado para cumplir su rol de control, esa dinámica sea tomada como un pecado. Es el mensaje unificado que brindan los medios de comunicación de los sectores concentrados, que se horrorizan por la intervención estatal»

-En este ciclo de entrevistas Sergio Palazzo consideró que «nada de esto es casual» como que tampoco es «sólo por plata». ¿Comparte esa mirada?

-Claro, incluso el que con mayor claridad planteó todo esto fue el propio Mauricio Macri cuando habló del cambio cultural. Y me remito a lo que en su momento dijo Amado Olmos: «quieren que nos ocupemos nada más que de los mamelucos y las colonias de vacaciones, no quieren que los trabajadores nos involucremos en la política y les disputemos el poder». Es indudable que el neoliberalismo trabajó para dejar a los sindicatos en una situación de absoluta debilidad. Porque si el modelo de país es agroexportador, hay que aceptar cosas como que los costos laborales son altos, que los sindicatos son una mafia, la industria del juicio y otros temas. Para ese modelo neoliberal la historia del sindicalismo argentino es un obstáculo insalvable. Lo vivimos en la resistencia de los 18 años para el regreso de Juan Perón al país, durante la dictadura que avanzó sobre las estructuras de base del Movimiento Obrero. Ahí estuvo el punto más feroz de la represión, sobre delegados de base y sobre comisiones internas. Siguieron hasta 1983 con la destrucción de la industria y el debilitamiento del Estado, ahora con el regreso de la democracia, las organizaciones sindicales seguían estructuradas y se normalizaron. Para los gráficos en especial y el sindicalismo está el ejemplo de Raimundo Ongaro, él volvió del exilio y tuvo votos hasta en la juventud que no lo había conocido. Porque la convicción de los trabajadores y trabajadoras es que la defensa de los derechos es colectiva.

-¿Los gráficos, además del eslogan en el regreso de Perón en los 70, tuvieron su propio «luche y vuelve» por Ongaro?

-Es que eso hace a la convicción y a la conciencia del sindicalismo, lo colectivo. Como también lo es para un sindicalismo de liberación la lucha por el poder. Algunos nos cuestionaban esto porque en su criterio, en tiempos de democracia no se justifica la palabra liberación considerando que el pueblo que puede votar y ya es libre. Ahora en los puntos que te mencioné de la Corriente Federal damos cuenta que hoy somos dependientes porque el endeudamiento reemplazó a la dictadura. Porque te endeudan como país y te condicionan. Lo hacen con tu desarrollo, tu economía, con tus derechos sociales. Por eso decimos que la vigencia del sindicalismo de liberación sigue vigente. Como también que culturalmente debemos reconocer que una parte del sindicalismo aceptó la lógica de la resignación por la que debemos cumplir acuerdos con los sectores de poder y no confrontar.

-¿Con ese marco de referencia, cómo aprecia a la nueva CGT? Porque la unidad costó mucho.

-Me remito al Congreso que se realizó en 2016 bajo un gobierno antiobrero donde nosotros no estábamos en esa unidad que se pretendía, de hecho no estuvieron grandes gremios tampoco. No se propició una unidad programática y un plan de acción de la CGT para enfrentar al gobierno de Macri. Hoy tenemos un Gobierno que llegó a través de la lucha que desarrollaron trabajadores y trabajadoras, se conformó este Frente de Todos con muchos condicionantes, que van desde la deuda externa hasta la pandemia. Así llegamos a este Congreso de la CGT donde estuvimos todos, es algo que no se puede discutir, todos, todas las líneas y con todas nuestras diferencias es el paso que se dio. El paso que no tuvo lugar, y nos hubiese gustado que sucediera, es que además del acuerdo entre sectores existiera otro y por contenido en concreto. Hablo de temas como la negociación con el FMI, la postura ante los formadores de precios, el comercio exterior y otros tópicos. Eso no se planteó para la unidad y es el gran desafío y objetivo para concretar en esta CGT que arrancó el 11 de noviembre. Hay dos caminos posibles o vamos hacia eso, que lo necesita el pueblo y también el Gobierno para contar con el respaldo de los trabajadores y trabajadoras, para las batallas que inevitablemente habrá que dar contra los factores del poder económico. Si no se da esto, el otro camino, es que vamos a volver a las históricas divisiones de la CGT. Hoy el esfuerzo está puesto en mantener la unidad política en el Frente de Todos y también la sindical en la CGT. La demanda que continúa y es muy clara se cifra en la responsabilidad de los dirigentes. Para no caer en el sectarismo y actuar con grandeza. De allí que insistimos en la práctica democrática de la CGT para desarrollar sus plenarios, encuentros de consejo directivo, fortalecer a las delegaciones regionales para tomar la realidad de todo el país con un criterio federal. Lo que está por encima de todo como desafío central es la reconstrucción de un frente nacional. Y no es un juego de palabras, se trata de reunir a todos los sectores con intereses en común. Para dar un ejemplo muy simple. Nosotros como Federación Gráfica nos podemos pelear con las pymes del sector en las paritarias. Ahora la cuestión de fondo, nuestro destino tanto para empresas como para el gremio está atado a la vida del país, a su desarrollo industrial. Necesitamos capacidad de consumo, la fortaleza del mercado interno, posibilidades de desarrollo para los trabajadores/as y equipamiento para las empresas. Si hay un sector que puede ordenar la dispersión después de cuatro años de neoliberalismo, ese sector es el Movimiento Obrero. Abarcando a quienes están y no están en los sindicatos, porque de lo que estamos hablando es de un proyecto de Nación que también reinserte a quienes quedaron fuera del sector formal del trabajo.

-Hablemos de Cristina, ¿cómo se podría usar a favor y en beneficio de ese proyecto la ofensiva cotidiana que se le dispara desde la oposición e incluso estamentos sindicales?

-La que mejor ejemplo nos da para actuar es ella misma. Cristina tiene una referencia fortísima en las bases del pueblo, tiene consolidada su mayor fortaleza a nivel popular. Si hablamos de una dirigente que supera el 30% del respaldo popular estamos hablando de muchísimo poder. Cristina nos ofrece una visión muy clara para enfrentar al poder concentrado que no tienen otros políticos, hablo de una potente rebeldía ante los poderes establecidos. Tuvo una enorme valentía para plantear, en su presidencia y ante los organismos internacionales, lo que significa el terrorismo financiero, lo dijo y nunca modificó su decisión. Desde su fortísimo liderazgo muchas veces descoloca a quienes la atacan. En este Frente de Todos, con el debido respecto a la figura presidencial, también existe ese liderazgo claro como también para nuestra Corriente Federal es una referencia muy clara. Entendemos que cualquier acción del Movimiento Sindical que, por mezquindades, intente descalificarla o quitarla del lugar que ella supo conquistar, por sus acciones, decisiones y liderazgo, no contribuye en nada a la unidad del campo nacional y popular.

-La postdata de la entrevista, como dirigente sindical habrá compartido cientos de asados. ¿En cuántos de ellos o en otras circunstancias sindicales y políticas tuvo que comerse sapos?

-(sonrisas) En mi caso, no tantos. La Federación Gráfica Bonaerense tiene una característica de un amplio respeto para todos los sectores. Por ejemplo, para no considerar como un enemigo a alguien con quien tenemos diferencias. De hecho si algo aprendimos de Raimundo Ongaro a través de toda su trayectoria, hablo de un hombre que siempre tuvo que sufrir los embates del poder, como la represión y que le hayan asesinado a un hijo. El pese a todo vivió con su coherencia ideológica y eso hace a que todos los días prestemos debida atención a una de sus reflexiones. «Hay compañeros del camino y compañeros del destino», solía decir. Con los del destino se tienen esperanzas, sueños y objetivos como una sociedad más justa. Para los compañeros del camino muchas veces se da la circunstancia de que vamos juntos porque están golpeando sus intereses y ellos coinciden con algunos nuestros. Ahora si dejamos de lado a todos los que no piensan absolutamente en todo como nosotros, no vamos a llegar nunca. En relación a tu pregunta, la mayoría de esos asados fueron con compañeros del destino.

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