El Presidente se acercó con algunos funcionarios hasta la sede del Sindicato de Sanidad. Fueron tres horas de charla con el foco en los precios, los problemas con la provisión y el precio de la energía y la economía.
En secreto -varios en el entorno presidencial no estaban al tanto-, el presidente Alberto Fernández se acercó este lunes con parte de su gabinete hasta la sede porteña del gremio de Sanidad que lidera Héctor Daer y mantuvo una reunión de tres horas con parte de la cúpula de la CGT y la UIA en medio de la escalada inflacionaria que mantiene en vilo al Gobierno, al sindicalismo y los empresario, y de la tensión creciente entre la Casa Rosada y el núcleo duro del kirchnerismo.
"Todos se comprometieron a trabajar sobre las expectativas que generan el espiral inflacionario", aseguró a este diario uno de los ministros que participó junto al Presidente de la cumbre que no figuraba en la agenda oficial y que el Gobierno trató, llamativamente, de mantener en reserva.
No se habló de medidas concretas. Pero sí trascendió que en los próximos días podría haber un anuncio "tripartito", enfocado en la necesidad de "cambiar las expectativas". En el encuentro, se habló de la escalada de la inflación y la perspectiva de suba de precios en el futuro próximo y también sobre la cuestión energética: tanto a los gremios como a las empresas le preocupa el costo de la energía y también la posible escasez de combustible en los meses del invierno.
"Hay una necesidad de certidumbre y confianza", dijo a Clarín uno de los asistentes que no es funcionario y que se fue sorprendido por igual por la cantidad de ministros presentes y por la enorme preocupación en el Presidente y el gabinete por la crisis y la inflación en aumento. Hubo inquietud por la posible escasez de gas durante el invierno.
Un rato antes de las 19, el Presidente salió a alta velocidad desde la cochera subterránea del sindicato, en la calle Dean Funes, en el barrio porteño de San Cristóbal, flanqueado por la custodia. Había llegado pasadas las 15 en compañía de Juan Manzur, Santiago Cafiero, Matías Kulfas, Julián Domínguez, Claudio Moroni y Martín Guzmán, este último el más cuestionado por el ala dura del kirchnerismo.
Los esperaban, además del anfitrión, Carlos Acuña, José Luis Lingieri, Armando Cavalieri, Gerardo Martínez, Roberto Fernández, Jorge Sola y Andrés Martínez. Por el empresariado, participaron Daniel Funes de Rioja, Delfina Bernarda, Sergio Kaufman y Claudio Rodríguez.
No estuvo Pablo Moyano, uno de los tres integrantes del triunvirato de la central obrera junto a Daer y Acuña que mantiene un vínculo aceitado con Máximo Kirchner y que el anterior fin de semana había mostrado serios reparos al éxito de las acciones que el Gobierno emprendió en estos últimos días para intentar contener el alza de precios. El sindicalista está enfrentado además con su padre, Hugo, que el lunes pasado se reunió en Casa Rosada con el Presidente, un encuentro también fuera de agenda.
El encuentro se dio en vísperas de la convocatoria que el propio Fernández encabezará este martes, en el CCK, en el marco del Consejo Económico y Social que preside Gustavo Béliz y que aglutinará a buena parte del sindicalismo y el empresariado, y a algunos gobernadores.
"Es una charla de política", explicaron a este diario desde el entorno presidencial a pesar de que los asistentes remarcaron tras la cumbre que fue un diálogo extenso enfocado "exclusivamente" en los aumentos de precios y la agenda económica en general, en particular en los efectos de la invasión rusa en Ucrania.
A pesar de los intentos, los propios colaboradores más cercanos al Presidente reconocen que la gestión sufre los coletazos de la pelea entre la Casa Rosada y el kirchnerismo y la desconexión entre las agendas de uno y otro bando.
Mientras Fernández y sus ministros se reunían en la sede de Sanidad, Cristina Kirchner recibía al embajador norteamericano y el kirchnerismo oficializaba en el Senado el impulso al proyecto para cancelar la deuda con el Fondo Monetario con un impuesto a los bienes en el exterior sin declarar. Una iniciativa que la Casa Rosada se ocupó rápidamente de apadrinar: aclararon, de hecho, que había sido conversada entre Fernández y la ex Presidenta, que no hablan desde hace semanas.
Según las fuentes, en el mismo momento los directivos de la UIA que se acercaron hasta la sede de Sanidad destacaban que el acuerdo con el FMI y el Club de París, y el aumento en las reservas del Banco Central, "despejan incertidumbre y permiten avanzar en una hoja de ruta para cumplir objetivos", según trascendió.
No piensan lo mismo Cristina Kirchner, su hijo Máximo y el núcleo duro del kirchnerismo.
Hace quince días, el jefe de Estado les había adelantado a los gremios y los empresarios la convocatoria que al final se concretó este lunes, para sumarlos a la "guerra" contra los aumentos de precios anunciada hace algunas semanas.
Pero más allá de la agenda económica, el Presidente necesita del sindicalismo mientras se dirime la interna con Cristina Kirchner y La Cámpora: el gesto de pasarse tres horas en el despacho de Daer, uno de los más cercanos a la Casa Rosada, ratifica esa necesidad.
Fue en los gremios, en buena medida, en los que se recostó después de las elecciones del 2021. Así lo intentó mostrar el jefe de Estado en la demostración de fuerza que hizo en Plaza de Mayo en noviembre pasado, cuando reclamó la necesidad de impulsar primarias abiertas en el 2023.
En esa época todavía hablaba con Cristina Kirchner.
Comentá la nota