El Ejecutivo y los Gordos bajan un cambio y aíslan a Clarín

El Ejecutivo y los Gordos bajan un cambio y aíslan a Clarín

En conversaciones privadas coincidieron en que la embestida judicial contra Moyano y Barrionuevo no es tema en sus agendas. La vendetta de Magnetto y la paz paritaria. 

Los cruces de teléfonos entre funcionarios nacionales y popes sindicales se intensificaron esta mañana luego de que el diario Clarín publicara el fin de semana una investigación en curso por la presunta emisión de facturas apócrifas por parte de la familia de Hugo Moyano y el jefe del gremio de Gastronómicos, Luis Barrionuevo. “Este tema no está hoy ni en nuestra agenda ni en la ustedes”, le confesó un alto cuadro de la Rosada a uno de los tres triunviros de la CGT, antes de iniciar una bajada de tono pública en las declaraciones ante la prensa. La explicación era casi obvia: las dos partes aducen que la embestida contra sindicalistas apuntados por presunta corrupción tiene límites claros. Y que los temas comunes para trabajar pasan hoy por leyes claves y la discusión paritaria, dos asuntos que requieren fineza política para comandar el barco lejos de la tormenta.

Desde el sector sindical aseguraron a Letra P que la pelea con Moyano es una obsesión del CEO de Clarín, Héctor Magnetto, desde los tiempos en los cuales los camioneros bloquearon las plantas de impresión del matutino en Barracas. Aún hoy, sus lugartenientes aseguran que lo realizado por los Moyano en 2012 fue un atentado a la libertad de prensa que quedó en la sangre del ojo. En este escenario, en el Gobierno no adhieren a esta última parte de la pelea que emprendieron el holding y algunos cabos sueltos como la diputada nacional, Graciela Ocaña, que corrió por las propias con una profundización de la denuncia contra Moyano y Barrionuevo. En la CGT creen que es una apuesta de corto aliento por falta de papeles con valor probatorio en la Justicia.

De hecho, en el Ejecutivo entiende algunos que la escalada contra el sindicalismo “malo” que inició con el “Pata” Medina y la UOCRA de Bahía Blanca, tuvo en el golpe a Marcelo Balcedo, secretario general de los Obreros de Minoridad y Educación (SOEME), un epílogo con más críticas que adhesiones desde lo político.

La bajada en la espuma en la relación Gobierno y Sindicatos llega, además, por razones prácticas y de estabilidad vital para el ejercicio del poder. En el seno de la CGT ponderaron las declaraciones del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, sobre una de las cuestiones espinosas: las paritarias. El funcionario manifestó que “son libres”, en un leve desmarque de la posición del ministro de Economía, Nicolás Dujovne, el creador del tan mentado tope del 15%. La pelea por los salarios es, precisamente, una de las prendas de cambio para mantener un vínculo saludable. El sindicalismo, por su parte, se comprometió a aportar calma con otro asunto de la agenda, las designaciones de familiares del ministro de Trabajo, Jorge Triaca. “Es un tema de la agenda del kirchnerismo, no podemos ni queremos quedar pegados”, confió un dirigente de la construcción. En paralelo, no quieren poner los pies en ese plato porque, en base a información, entienden que los abogados de Omar “Caballo” Suárez, tomarán el caso del ministro en los próximos días.

Naturalmente, pesa en la paz con Moyano y Barrionuevo el vínculo político y las charlas que mantiene con funcionarios. El punto de equilibrio más complejo en ese escenario es saber qué pasará con el caso de la empresa OCA, que involucra a la pretensión de AFIP de ir a fondo. Pero hay otro elemento que también pesa: el rol de Hugo como moderador de las conductas de su hijo Pablo, que se alineó hace un tiempo en las filas de los más fuertes opositores del gobierno de Mauricio Macri. 

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