El partidario como correlato de la puja en la CGT

El partidario como correlato de la puja en la CGT

Una nueva central, reconciliación con el gastronómico y un chirlo al kirchnerismo

 

La designación del gastronómico Luis Barrionuevo como interventor del Partido Justicialista (PJ) atizó aún más la diáspora sindical como también revalidó la cuota parte de poder del también jefe de la CGT Azul y Blanca. Incluso en tiempos donde el tópico de que "el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo" parece no estar aggiornado, de mínima. Los "masters" que aprobó Barrionuevo para entrar y salir de coyunturas de alta sensación términa en el correr de los años lo validan. En la vereda del Gobierno, de renovado glamour con el dirigente, se mantienen expectantes como el turista que espera el derrumbe del Glaciar Perito Moreno, pero en este caso del movimiento obrero tradicional. La decisión de la jueza María Servini tiene triple impacto, mucho más allá de sus fundamentos en tono de tésis justicialista, postal de época.

Por un lado abre el camino de la nueva CGT que llegará con poderío de gordos e independientes sin interferencias. Por el otro revalida vínculos nunca ocultos de Cambiemos con el gastronómico y de paso le pegó un correctivo más al kirchnerismo: minoría en la órbita sindical, de buena salud en el mapa político.

"Y los K que se queden en Unidad Ciudadana", rezongó una fuente gremial respecto de la coyuntura. Otros conectaban la sucesión de hechos inesperados de la víspera, con la movida que los barrionuevistas, encabezados por el estacionero Carlos Acuña, uno de los mentores de la acción judicial que definió la intervención del PJ, para mantener la actual estructura de Azopardo.

El triunviro está en la nómina de dirigentes que vislumbran una reestructuración peronista, a distancia galáctica de toda forma "K". El país sindical tuvo una mañana de alta sensación térmica tras la lectura del fallo de Servini. Incluso hubo referentes de considerable marquesina pública que en un primer momento pensaron que se trataba de una broma. Otros repasaron el verano pasado, cuando Barrionuevo jugó en su estilo, convocó a su tradicional asado marplatense, levantó bandera respecto a una protesta de la CGT contra el modelo económico imperante y después desistió. Hugo Moyano fue crítico de aquella actitud, reseñó inclusive que a algunos pares los conoce de hace tiempo y no lo sorprendió. Otros memoriosos se remontaron a la genésis de la CGT que condujo Antonio Caló, donde el gastronómico también fue parte de las primeras reuniones y luego se alejó, a tal punto que adhirió a los paros que se realizaron por la quita salarial por Ganancias.

Barrionuevo no cuenta con un club de admiradores en la mayoría de los sindicatos, pero tampoco se menoscaba su porción de poder. Allí incluso reiteran letra kirchnerista, a la hora de considerar que el también ex presidente de Chacarita cuenta con gravitación en el poder judicial, no solo respecto al fuero laboral. En los frentes divididos del arco sindical algunos allegados a la Corriente Federal (CFT) que lidera el bancario Sergio Palazzo no se alarmaron por los sintéticos dichos de Pablo Moyano en Crónica Televisión respecto al nuevo interventor del PJ, "vamos a darle una mano en su responsabilidad de normalizar al partido" resumió casi de protocolo el Camionero.

Si esta definición pone en peligro la alianza estratégica de Moyano y la CFT esas fuentes respondieron: "una cosa es avalar la intervención y, otra cosa es la actuación gremial. Hugo y Pablo nunca estuvieron de acuerdo con el accionar del PJ. Hay un abroche político y no gremial".

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