El movimiento obrero mantuvo en 2022 sus diferencias sin interrumpir su débil unidad

El movimiento obrero mantuvo en 2022 sus diferencias sin interrumpir su débil unidad

En simetría las tormentas internas permanentes del Frente de Todos a los sindicatos los atravesó esa grieta del oficialismo, que les es propia, y la inflación sobre salarios y paritarias

 

Por Luis Autalan

 

A la hora de considerar el año que termina con foco en el movimiento obrero organizado bastaría con echar mano las posturas que ofrecieron las centrales en relación al bono de $24.000 que concedió el Gobierno. Sin embargo, tanto la dinámica económica y la faz política amplían el panorama.

En orden descriptivo, el pago extraordinario que anunciaron las ministras Victoria Tolosa Paz y Kelly Olmos en la Casa Rosada ya era cosa juzgada para el sindicalismo. A saber, el sector dialoguista dominante de la CGT, en la certeza de que no habría suma fija, apenas musitó que "mientras ese pago no colisione con la discusión paritaria no habrá críticas".

El resto de Azopardo, tanto el moyanismo del Frente Sindical (Fresimona) como la Corriente Federal (CFT), asumieron mascullando la derrota de no haber podido lograr el pago de una suma fija complementaria de los acuerdos colectivos. La CTA de los Trabajadores al mando de Hugo Yasky, salvo detalles de contexto, tuvo la misma mirada que los dos grupos citados, en sintonía con el kirchnerismo. Empero con lápiz rojo la CTA Autónoma fustigó la medida gubernamental: "tardío e insuficiente" fueron algunos de los conceptos que ofreció Hugo "Cachorro" Godoy, uno de los líderes de ese bloque, sobre el bono que la Casa Rosada "amagó" en agosto y concretó hace días.

El repaso a 2022 hace síntesis en el bono pero con las cartas marcadas que tenían en mano las centrales mencionadas en sus parlamentos con el Gobierno desde el tsunami inflacionario de marzo. La CGT fue aliada de la UIA y los ministros más cercanos al Presidente por esos meses, los 3 ya reemplazados: Martín Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni.

El pacto fue apostar por el "shock de paritarias" contra el incremento sostenido de precios. Las otras centrales habían tenido la misma tesitura que rubricaron para el bono, y la cuestión no pasó sólo por los dichos, versiones públicas y fuera de grabación. En efecto, la marcha que la CGT concretó en agosto oficia de mojón.

Allí fue Pablo Moyano que no sólo rompió el protocolo de la movilización de que no hubiese oradores y en plena recorrida le pidió en términos deportivos a Alberto Fernández que "pusiera lo que hay que poner" porque el sindicalismo no lo dejaría solo. La posterior conferencia de prensa a la marcha del 17 de agosto tuvo otras frases picantes del camionero que, marquesinas al margen, no sólo habló a título personal sino que su bronca incluye a su bloque y la CFT.

Referir a la relación del movimiento obrero con Cristina Fernández ya amerita la escritura de un libro o varios tomos. Pero a modo de referencia obligada quedó constancia pública que ni siquiera el atentado contra la Vicepresidenta suavizó la distancia con ella de algunas organizaciones gremiales que la consideran parte de todos los problemas de la galaxia y ni siquiera un ápice de solución alguna. 

Y si de 2022 se trata algunas profecías del sector dialoguista de Azopardo se cumplieron y no para entusiasmar sobre el futuro del Gobierno. A fines de 2021 el titular de UPCN, Andrés Rodríguez, advirtió que el Frente de Todos tenía la obligación de consolidarse políticamente sin demora.

Un año después el estatal no se jacta del acierto pero su entorno y aliados gremiales asumen que todo esos dichos se cumplieron. Entre yerros no forzados e inflación apenas contenida y dentro de las pocas coincidencias que todavía conserva el sindicalismo aparece vigente la frase de Lorenzo Miguel: "No hay solución gremial sin solución política". A la cual algunos adosan otra cita de Juan Domingo Perón tomando frases de la Grecia clásica: "la única verdad es la realidad".

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