El plan secreto de la CGT para asegurar los votos de los trabajadores en favor de Sergio Massa

El plan secreto de la CGT para asegurar los votos de los trabajadores en favor de Sergio Massa

En la central obrera rediseñaron la estrategia para ayudar al candidato oficialista en las elecciones. Unidad sindical, asambleas y actos masivos, ejes de una campaña renovada. Cómo se mueven para frenar el avance sindical de Javier Milei

Por Ricardo Carpena

La abrumadora mayoría de la CGT no quiere saber nada con Javier Milei y quiere hacer todo lo posible para que Sergio Massa gane las elecciones. Para la central obrera, el candidato de Unión por la Patria es la contracara de Alberto Fernández: sintoniza mejor con sus posiciones y, al menos hasta ahora, cumple sus promesas, además de haber transformado el pesimismo por los malos resultados de la gestión del Gobierno en la esperanza de que aún así pueden ilusionarse con seguir en el poder.

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Por eso, con la excepción de los gastronómicos de Luis Barrionuevo, flamantes socios del postulante libertario, la dirigencia cegetista no sólo se alineó disciplinadamente con Massa sino que militó y sigue militando por su triunfo electoral con más entusiasmo que, por ejemplo, el kirchnerismo.

Quedó demostrado, sobre todo, en la forma en que el viejo aparato sindical se activó para movilizar este viernes a unas 200.000 personas (según estimaciones de la CGT) ante el Congreso y graficar la fuerte apuesta de la central obrera en favor de Massa. Se celebró la ley de eliminación del Impuesto a las Ganancias, un persistente reclamo de los gremialistas que chocó contra la negativa de Cristina Kirchner durante su gobierno y más tarde contra la promesa incumplida de Mauricio Macri.

Héctor Daer, Pablo Moyano, Carlos Acuña y Hugo Moyano, en la primera fila del acto de la CGT con Sergio Massa ante el Congreso (Foto Maximiliano Luna)

Y, a la vez, se escenificó en la calle el respaldo a un candidato que representa fielmente al establishment cegetista, con un discurso que incluye anuncios de “gobierno de unidad nacional”, respeto al modelo sindical y buenas relaciones con el empresariado, lo mismo que predica el sector dialoguista que controla la CGT, integrado por “los Gordos” (Héctor Daer, de Sanidad, y Armando Cavalieri, de Comercio) y los independientes (Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de la UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias), además de aliados como Sergio Romero (UDA), Julio Piumato (judiciales), Rodolfo Daer (Alimentación) y Jorge Sola (seguro), entre otros.

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Al respaldo a Massa por parte de polo de poder en la CGT se terminó sumando el clan Moyano: Hugo y Pablo, ya reelegidos al frente del Sindicato de Camioneros y con una tregua en su feroz pelea para afrontar los tiempos difíciles que imaginan que vendrán desde el 10 de diciembre si no gana Unión por la Patria. Lo mismo sucedió con la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), dirigida por Sergio Sasia (Unión Ferroviaria); el Frente Nacional para el Modelo Sindical (que integran el moyanismo y sindicalistas K) y la Corriente Federal de Trabajadores (del bancario Sergio Palazzo y otros dirigentes kirchneristas). La mayoría cree que el ministro de Economía es el mejor candidato o, quizá, el único que no rehuyó pilotear una economía en crisis y mantener, a la vez, su proyecto electoral.

Por eso la CGT diseñó un plan para que los votos de los trabajadores se orienten hacia Massa. Antes de las PASO, cuando todavía no existía el miedo a perder ante Milei o Patricia Bullrich, el ministro-candidato parecía demasiado solo en la campaña y en la gestión. Y el apoyo de la CGT no alcanzó para revertir el fenómeno que representó el libertario en la clase trabajadora y los sectores más pobres.

Sergio Massa logró que una abrumadora mayoría de sectores sindicales apoye su candidatura (Foto REUTERS/Tomás Cuesta)

A fuerza de una serie casi inagotable de anuncios “positivos”, y pese a los riesgos de que ese nuevo “Plan Platita” acentúe la crisis económica, Massa le dio al sindicalismo una cuota de optimismo que se había agrietado cuando Unión por la Patria quedó tercera en las primarias luego de La Libertad Avanza y de Juntos por el Cambio, en el peor resultado electoral del peronismo en su historia.

Para la dirigencia cegetista, el rediseño de su estrategia de campaña para favorecer a Massa contempló acercarse a sectores sindicales con los que estaba enfrentada para sellar una tregua (como las dos CTA) y una militancia “micro” en los lugares de trabajo mediante asambleas para pedir el voto a Massa y alertar sobre los peligros de eventuales gobiernos de Milei o Bullrich, además de los actos masivos para dotar de “mística peronista” a una actividad proselitista que parecía aséptica.

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Así se pensó el acto que encabezó Massa el 9 de este mes en Tucumán, con la presencia de las provincias del Norte, y la siguiente escala en materia de concentraciones masivas que fue el encuentro ante el Congreso con la excusa de celebrar la eliminación de Ganancias. Ahora, como anticipó Infobae, la CGT avanzará con la organización de un acto en la Patagonia para la militancia de la región.

Javier Milei, en el acto de Parque Norte organizado por Luis Barrionuevo (Foto Nicolás Stulberg)

El otro eje en el que trabaja el sindicalismo cegetista es impedir que Barrionuevo sume adherentes para el proyecto de Milei. En este punto, en tándem con el propio Massa, se fue “persuadiendo” a algunos dirigentes alineados con el líder gastronómico que dependen de decisiones del Ministerio de Economía. Otros gremialistas optaron por convencer a sus colegas barrionuevistas de que al menos por ahora no les convenía pasarse de bando: en el sindicalismo, el mote de “traidor” sigue pesando aunque los cambios de camiseta son muy tradicionales. Pablo Moyano, siempre lejos de los modales de un diplomático, hizo su aporte: declaró que Barrionuevo “va a quedar en la historia como un dirigente que traicionó al peronismo”. Con semejante presión, ¿quién se hará mileísta ahora?

La grieta en el barrionuevismo quedó a la vista. Carlos Acuña (estaciones de servicio), cotitular de la CGT y principal ladero del jefe gastronómico, hizo honor a su condición de referente del Frente Renovador al mantener su apoyo a Massa. También es cierto que su esposa, Blanca Cantero, no puede ni quiere enemistarse con el oficialismo porque es la intendenta del partido de Presidente Perón. Esa es una pérdida importante para Barrionuevo, quien aún tampoco pudo arrastrar a las filas de Milei a otros dirigentes de su sector como Daniel Vila (Carga y Descarga) y Roberto Solari (guardavidas). Tanto Gustavo Vila, el hijo de Daniel (de viaje), como Solari estuvieron en el acto de la CGT ante el Congreso. Ninguna figura barrionuevista tampoco concurrió al acto que presidió el candidato libertario el viernes pasado en Parque Norte, al que, de todas formas, no fue el propio Barrionuevo para eludir la foto junto con Milei que hubiera confirmado que el libertario pactó con la denostada “casta”.

En las filas barrionuevistas hay malestar con su jefe político-sindical. La mayoría se enteró por los diarios de la reunión que tuvo con Milei. Por eso muchos pusieron excusas familiares o personales para no asistir a Parque Norte y sólo enviaron a una delegación de militantes de sus gremios. “Nosotros no queremos saber nada con el apoyo a Milei”, bramó un dirigente que hasta ahora era un soldado de Barrionuevo. Hay bronca contenida, aunque también voluntad de no causar rupturas en esa fracción sindical. “Hay que esperar. ¿Y si Luis acierta porque Milei se convierte en presidente?”, se preguntó otro barrionuevista de la primera hora que quiere hacer la plancha hasta las elecciones.

Luis Barrionuevo, líder del Sindicato de Gastronómicos

Mientras, jugada por Massa, la CGT avanzó esta semana contra Barrionuevo al advertir que “ninguna especulación individual y oportunista va a confundir la voluntad unánime del movimiento obrero organizado”, tras lo cual calificó al candidato de UP como “nuestra única opción electoral”.

Además, en una clara alusión a Milei, expresó su “absoluto rechazo hacia las propuestas de algunos candidatos que, desde el delirio o la destrucción, nos plantean falsas libertades individuales, con imaginarios equilibrios virtuosos de mercado que nunca se concretan y que, en la práctica, nos conducirían hacia un camino de desintegración, violencia y descomposición”.

Esa es otra parte del plan de la CGT para favorecer a Massa: apuntarle al rival que le sacó votos de los trabajadores y de los más pobres y también al sindicalista que puede quitarles aliados en sus propias filas. Aun así, pragmáticos como pocos, en la central obrera tampoco cierran todas las puertas: Andrés Rodríguez, secretario adjunto cegetista, dijo: “Si Milei se lo pide a la CGT, nos vamos a reunir”.

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