Se complica armado del sindicalismo macrista

Se complica armado del sindicalismo macrista

Los gremialistas que hasta el año pasado se reivindicaban parte de Cambiemos fugaron de ese espacio en los últimos meses y buscaron cobijo en las variantes del peronismo.

La pata sindical de Cambiemos se bajó del oficialismo antes del inicio de la campaña electoral. En el núcleo de gremios más afines al Gobierno la inmensa mayoría ya optó por respaldar a alguna de las variantes del peronismo y sólo un par de dirigentes se mantuvieron, hasta ahora, como bastiones de Mauricio Macri para el próximo comicio. La mayor diáspora se produjo en la versión más oficialista de las 62 Organizaciones Peronistas (el sello lo disputan tres grupos de la CGT) de donde el Ejecutivo se nutría para exhibir cercanía a los sindicatos.

De los principales referentes de ese sector apenas su titular, el rural Ramón Ayala (Uatre), y el taxista José Ibarra resisten en Cambiemos por su rol destacado en el partido Fe, que integra la alianza gobernante como socio minoritario del PRO, la UCR y la Coalición Cívica. La agrupación política fue una creación del fallecido Gerónimo “Momo” Venegas y tras su muerte pasó como herencia a Ayala junto con el sindicato de peones rurales. Los restantes miembros de las 62 Organizaciones se encolumnaron, en su mayoría, detrás de Sergio Massa o en Alternativa Federal, e incluso algunos admitieron que terminarán por apoyar el binomio de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner si se estabiliza como favorito del PJ.

Como había revelado este diario semanas atrás, el decaimiento de “las seis dos” como referencia oficialista entre los gremios se aceleró este año al mismo ritmo de la crisis económica. En paralelo sus dirigentes dijeron que nunca pudieron sintonizar con el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, ni con su equipo, de quienes esperaban al menos un trato deferencial como el que tenía con el grupo el anterior titular de esa cartera, Jorge Triaca. El exfuncionario llegó a encarar una gira por Europa exploratoria en teoría de acuerdos sociales y económicos a la que llevó a la entonces plana mayor de ese sello.

Al mismo tiempo se produjo dentro del sector un corrimiento por parte de los sindicatos del rubro energético. Desde la asunción de Macri esos gremios merecieron de los funcionarios una atención personalizada, con los petroleros patagónicos de Guillermo Pereyra a la cabeza por su influencia sobre el yacimiento de Vaca Muerta. En ese grupo también se destacan el petrolero de YPF Antonio “Coco” Cassia y el dirigente del gas Oscar Mangone. En la actualidad ninguno de ellos se reivindica como parte de Cambiemos.

Los sindicalistas de la energía formaron la Catheda en los albores de la gestión macrista y sumaron a otros dirigentes del rubro, como Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), pero también a otros de actividades conexas como Sergio Sasia, de Unión Ferroviaria, y al propio Hugo Moyano, de Camioneros. Desde ese nuevo sello tomaron vuelo propio y se distanciaron de las 62 Organizaciones afines al Gobierno.

La Catheda, con más libertad de movimiento, se lanzó entonces a la vidriera electoral. Hubo un inicial respaldo a la candidatura presidencial del senador justicialista Miguel Pichetto, que de hecho sostienen algunos referentes como Juan Miguel “Cacho” García, de la federación de estacioneros de servicio del interior. Otros, conforme avanzó la campaña, optaron por mostrarse cercanos a Sergio Massa. Incluso la semana pasada, cuando el tigrense dio señales de apertura para una negociación con el kirchnerismo, desde la Catheda admitieron que también lo respaldarán en ese caso.

La deriva de la versión más “amarilla” de Las 62, sumada a la existencia de otras dos variantes que disputan la denominación (otra filial la lidera Horacio Valdez, en la actualidad cercano a Hugo Moyano, y una tercera fue fundada por Luis Barrionuevo y a la cabeza ubicó al textil Hugo Benítez) dejó al grupo en una virtual parálisis interna. Incluso Ayala, como había revelado este diario, llegó a reunirse semanas atrás con Moyano en una instancia impensada, pero que rememoró la amistad de años que unió al camionero con Venegas y que estalló por los aires, hasta la muerte del rural, a partir de la asunción de Macri.

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