Los contactos subterráneos del Gobierno con la CGT para dinamitar el paro

Los contactos subterráneos del Gobierno con la CGT para dinamitar el paro

Macri reunió a su nueva mesa chica para evitar el plan de lucha. Luego dos dirigentes hablaron de retomar el dialogo y blanquearon que la unificación a veces cruje. Las redes de la Rosada.

La debatida decisión del Consejo Directivo de la Confederación General del Trabajo de convocar a una marcha dentro de un mes y a un paro sin fecha contra el Gobierno obligó al presidente Mauricio Macri a tensar los contactos que administra con la cúpula sindical para evitar ambas medidas. El tema no fue ajeno a la reunión de coordinación que mostró la Presidencia de la Nación este viernes por la mañana, cuando informó que Macri se reunió con el jefe de Gabinete, Marcos Peña; sus secretarios de Coordinación, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; la canciller Susana Malcorra y el titular de la cartera laboral, Jorge Triaca

La extensión de tiempo para concretar las medidas fue una decisión manifiesta, pero no unánime, de un triunvirato que conduce a la CGT unificada hace menos de cinco meses. La estrategia había sido anticipada la semana pasada a Triaca, el hombre del Gabinete que cultiva y cosecha una relación demasiado estrecha con "Los Gordos" del sindicalismo desde las campañas electorales que lo transformaron en diputado gracias, entre otras cosas, a un generoso apoyo. El mensaje anticipado no movió el avispero del Gobierno y se cumplió la primera parte de un plan de lucha que cambió la temperatura de la relación de la administración Cambiemos. Desde el jueves, el Ejecutivo toca el tablero de contactos políticos que comunican al macrismo con el cegetismo, además de Triaca. Fue el caso del titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández, que un día después del encuentro deslizó sus disonancias. "Conversar con el Presidente sería muy importante para ver si podemos encaminar esto y no tenemos que tener estas actitudes porque lamentablemente tenemos que salir a hacer medidas para salvar nuestros derechos", dijo en una entrevista radial. Ante las consultas de Letra P, un participante de la última decisión recordó que Fernández no fue. El titular del gremio de los trabajadores de colectivos mantiene un vinculo amable con el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Los amigos del sindicalista lo defienden y dicen que ya había anticipado su desacuerdo e inasistencia. Sus antagonistas lo acusan de callar por su dependencia del Ejecutivo ante el mantenimiento de los subsidios a la tarifa y su equilibrio inestable que tiene directo impacto en la actividad. 

La diferencia de peso la aportó Héctor Daer, secretario general del gremio de Sanidad y miembro del triunvirato que tiene a su cargo la gestión unificadora resuelta en agosto pasado. El dirigente también es diputado nacional por el Frente Renovador y tiene a Sergio Massa como jefe de bancada. "Siempre existe la posibilidad de que se rectifiquen políticas y que, a partir de ahí, podamos volver a encauzar un futuro", dijo esperanzado el titular de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA). El pronunciamiento también despertó suspicacias entre quienes defienden la posición que sostiene el titular del gremio de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, mandamás de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), donde también está Fernández. El representante sectorial de los sindicatos de transporte de pasajeros y cargas responde al líder camionero Hugo Moyano y tiene menos matices dialoguistas que sus colegas. 

En el Gobierno valoran el matiz del dirigente massista, junto al mensaje del dirigente tranviario, para reabrir una instancia de negociación. Dentro del Ejecutivo, dicen algunos de sus funcionarios, el escenario de un posible paro viene desde que Macri tuvo que resignar y modificar el decreto que había firmado para que el feriado del 24 de marzo dejara de ser inamovible. "Evitamos un pretexto político para que movilizaran contra el Gobierno", se defendieron en Balcarce 50. En la misma línea salió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que le puso nombre y apellido a la lectura oficial del Gobierno respecto del incremento de reclamos del cegetismo. "Éste es un año político, con elecciones legislativas, y dentro de la CGT hay distintos sectores que empiezan a tomar nota de esto. No tengo dudas de que la cuestión política está jugando un rol muy importante", dijo y confió en que las diferencias "se van a solucionar en base al diálogo". Daer le recordó los incumplimientos notificados con anticipación, como "la falta de acción imperativa sobre las cosas que acordamos" y "la falta de compromiso del empresariado argentino para con la situación social", en referencia al papel de las patronales en la Mesa de Diálogo que lanzó el Gobierno el año pasado y que el Consejo Directivo consideró "concluido". El argumento fue el prólogo de una de cal y otra de arena: "Es muy difícil que el 7 no marchemos", amenazó, pero luego compartió el podio hiperdialoguista de la CGT con Fernández y habló de "la posibilidad de que se rectifiquen políticas" y "encauzar un futuro".

Por la noche del viernes, el tercer miembro del triunvirato, Carlos Acuña, también buscó contestarle a Dujovne por televisión. "Si no hacemos medidas de fuerza, somos macristas y, si las hacemos, estamos poniendo palos en la rueda. Acá hay un montón de gremios que en apoyo al Gobierno aceptaron un 30% de aumento y solo tienen que salir a la calle a preguntarles y les van a decir que no les alcanza. Así es que yo le pido a Dujovne que trabaje y que le explique al Presidente que no está todo bien", espetó el dirigente de los trabajadores de estaciones de servicios, que responde al gastronómico Luis Barrionuevo, virtual poseedor del tercer sillón de la conducción tripartita y el hombre que estuvo a un paso de comer locro con Macri el pasado 1 de mayo, mientras todos los sectores de la CGT participaban de una marcha multitudinaria. Barrionuevo se enfermó y pegó el faltazo, aunque el día anterior el líder camionero lo había criticado públicamente por su decisión de participar de un evento oficial en la sede gastronómica para celebrar el Día del Trabajador. El locro no se suspendió, pero el encargado de recibir al Presidente, a su esposa, Juliana Awada; a Peña, a Triaca y a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, fue el titular de la seccional porteña de la organización, Dante Camaño. "Por primera vez soy oficialista y espero seguir siéndolo el año próximo", dijo el enviado de Barrionuevo hace nueve meses. La funcionaria tendrá a su cargo contener la adhesión de algunos de los movimientos sociales, especialmente el Movimiento Evita y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), con quienes mantiene una interlocución directa en materia de asistencia social y relación con cooperativas de trabajo. 

Todavía falta un mes para el límite más cercano, que será la marcha a las puertas del Ministerio de la Producción, conducido por el mendocino Francisco Cabrera, el más cuestionado de los interlocutores oficiales por la apertura indiscriminada de importaciones. La movilización está prevista para el 7 de marzo en Diagonal Sur, a dos cuadras de Plaza de Mayo, y estará encabezada por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), debido al impacto de las importaciones sobre la industria nacional. En el diagnostico de Cambiemos no se trata del escenario más espinoso. El problema real es el paro sin fecha que la CGT lanzó como amenaza y que el Ejecutivo ya comenzó a dinamitar con la lista de aliados sindicales que descansa en el escritorio presidencial.

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