El sindicalismo espeja sus propias grietas al compás de la crisis del FdT

El sindicalismo espeja sus propias grietas al compás de la crisis del FdT

Avances del moyanismo y el kirchnerismo alteran el equilibrio interno. Caló y el recambio generacional. La carta disidente en la CGT. Desafío a Piumato. 

La caída de Antonio Caló después de 18 años en la cima de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) es el episodio más resonante de una dinámica política que acelera las disputas en la CGT y abre incógnitas sobre la unidad atada con esfuerzo meses atrás. El capítulo metalúrgico grafica una renovación generacional forzosa al interior de la central obrera y de muchos de sus principales gremios. La novedad pareciera estar madurando un cambio de época que puede acarrear consecuencias impredecibles para el ordenamiento político y sectorial. Los movimientos tectónicos se suscitan empujados por disputas internas que tienen años de añejamiento, como el crecimiento de espacios opositores fogueados por el moyanismo. A la vez, reconocen impulsos externos que sobreimprimen la fractura expuesta del Frente de Todos (FdT). Columna vertebral del justicialismo, el movimiento obrero siempre opera como caja de resonancia de los tironeos que se dan al interior del universo peronista. Una carta incendiaria surgida de las filas moyanistas y el desafío en su propio patio a uno de los caudillos cegetistas son las últimas novedades que ahora añaden temperatura al mapa sindical.

Horas después de los comicios metalúrgicos, en vísperas del 24 de marzo, el teatro municipal de Quilmes latió colmado de militancia política y sindical que acudió para participar de la asunción de Adrián Pérez al frente de la Unión Obrera Metalúrgica de Quilmes, Florencio Varela y Berazategui. En medio de la multitud, casi como un rockstar, irrumpió Máximo Kirchner para acompañar al flamante secretario general y confirmó lo que era un secreto a voces: el dirigente metalúrgico es además un alfil kirchnerista en el distrito.

Unas 48 horas antes, había ocurrido lo impensado. Caló había sido desplazado de la cúpula de la UOM por una insurrección interna que silenciosamente unificó a sectores diversos para colocar al frente del principal sindicato de trabajadores de la industria a Abel Furlán. El reconocido sindicalista es referente del peronismo bonaerense, con décadas de trayectoria. Entre 2015 y 2019 fue diputado nacional del Frente para la Victoria. Allí profundizó la relación con el kirchnerismo, algo que se hizo palpable en el reconocimiento inmediato que tuvo su triunfo en el entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner, poco habituado a meterse, al menos públicamente, en internas sindicales. 

"Quiero felicitar a los compañeros Abel Furlán y Naldo Brunelli por haber sido elegidos por sus compañeros al frente de la UOM y asumir el desafío de defender a los trabajadores metalúrgicos", tuiteó el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, horas después de que se conociera el triunfo del nuevo titular de la UOM, con quien compartió bloque y recinto de la Cámara baja.

El frente gremial no había terminado de asumir el cimbronazo cuando se produjo otro sismo: la ruptura de la Lista Marrón, la agrupación histórica que encabeza Julio Piumato y que desde 1990 conduce la Unión de Empleados de la Justicia Nacional (UEJN). Luis Bechis, el mismísimo secretario General Adjunto del gremio lanzó la agrupación Celeste y Blanca para disputarle a Piumato la conducción del sindicato con la necesidad de contar con convenio colectivo propio como principal bandera. Los comicios están pactados para el 17 de mayo próximo y es la primera vez en medio siglo que se conforma un espacio opositor con judiciales de todo el país con chances de competir. 

“Queremos poner fin a los manejos cuasi monárquicos de Piumato al frente del gremio, que replica las estructuras más arcaicas del Poder Judicial. Necesitamos una renovación en nuestras estructuras", dijo Bechis para sustentar su postulación. El dirigente judicial fueguino se propone "poner fin al feudalismo" y convertir a la UEJN en "un gremio plural y participativo”.El tema del Convenio del sector es el caballito de batalla del ahora dirigente opositor que busca romper con más de 30 años de hegemonía. “Piumato es muy cercano a la Corte Suprema”, cuestionó Bechis y agregó que “a lo largo de los años ese vínculo se hizo más fuerte y le hizo creer a los judiciales que no necesitamos un Convenio Colectivo porque los problemas los resuelve él directamente; un mecanismo que está agotado y que es un riesgo enorme”.

Problemas de fondo

En paralelo, un tema tema que indudablemente divide aguas y comienza a ser indisimulable en el movimiento obrero es la relación con el Gobierno. Como anticipó Letra P, el mundo sindical expresó posiciones muy divergentes sobre el pacto oficial con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero también comienza a generar inconvenientes internos la forma en la que la cúpula de la centra administra la relación con Alberto Fernández. Tercerizada a través de Graciela Aleña, la secretaria general del gremio de trabajadores viales, el moyanismo cruzó durísimo a la dirigencia de la CGT que el último viernes se reunió de manera secreta con el Presidente en la sede del sindicato de Sanidad, que dirige Héctor Daer, en un encuentro se filtró en los medios.

"No se puede aceptar que solo un sector represente a la CGT", dijo Aleña a través de un comunicado en el que confirmó que el cosecretario general de la CGT Pablo Moyano "no fue invitado, demostrando una falta de respeto para un importante sector del sindicalismo". "¿Para esto querían la unidad? O para trabajar para lograr objetivos claros como el problema de la inflación, la falta de trabajo, el empobrecimiento de los asalariados, etc. Duele reconocer que estamos frente a una unidad ficticia que en definitiva puede servir a unos pocos, pero tengo en claro que no le sirve a las y los trabajadores en lo más mínimo y tampoco al gobierno nacional", disparó la sindicalista.

Sin embargo, el moyanismo, además de desplegar estrategias de expansión, también debe lidiar con sectores que salen abiertamente a disputarles el terreno. En plena controversia por el control del gremio gastronómico porteño, Luis Barrionuevo ya anticipó que participará los primeros días de abril del lanzamiento de la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT), una central transportista alternativa ideada por Omar Maturano (La Fraternidad) y Roberto Fernández (UTA).

El ferroviario y el colectivero se dieron por expulsados de la la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) cuando Sergio Sasia fue elegido al frente de la estratégica central de transportistas, en un acuerdo con el sector que responde a Camioneros, y ya anticipaban entonces la conformación de una organización paralela, a la que sumaron a otro archienemigo de los Moyano que tiene un pie en la cúpula de CGT, el estacionero Carlos Acuña.

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