El nuevo mapa sindical que se rediseñó contra el gobierno de Milei: quién es quién y por qué habrá más divisiones

El nuevo mapa sindical que se rediseñó contra el gobierno de Milei: quién es quién y por qué habrá más divisiones

El escenario del gremialismo muestra hoy una mayor atomización y radicalización de sus dirigentes y pondrá a prueba la estrategia del Presidente. El mes de abril será clave para la pelea entre ambos sectores. La CGT, en el medio de las presiones internas.

 

Por: Ricardo Carpena.

¿En cuántas partes más se puede dividir el gremialismo? Javier Milei está experimentando otro de los procesos de reacomodamiento del poder sindical, un intrincado rompecabezas que siempre aumenta su cantidad de piezas, aunque este nuevo mapa puede volver a cambiar dentro de poco. Toda la dirigencia gremial se opone al ajuste y a las reformas del gobierno libertario, aunque hoy se profundizó la división por un tema clave: los tiempos para concretar una nueva protesta general.

La alianza sindical que maneja la CGT está midiendo los plazos para decidir otro paro, mientras cada vez más sectores presionan para que le ponga fecha cuanto antes. El escenario se torna inquietante porque el Gobierno avanza en estas horas con despidos masivos de empleados estatales, la no homologación de acuerdos salariales que superen la pauta oficial, la restitución del Impuesto a las Ganancias y la insistencia en impulsar la reforma laboral incluida en el DNU que frenó la Justicia.

En el sector mayoritario de la CGT, de impronta moderada, demoran la definición de otra medida de fuerza porque, por un lado, esperan señales de una eventual convocatoria al diálogo por parte del secretario de Trabajo, Julio Cordero, y, por otro, creen que hay que esperar a que crezca el malestar social para garantizar un altísimo acatamiento a la protesta, algo que en la intimidad ponen en duda porque miran con preocupación las encuestas que le siguen dando buena imagen a Milei.

Héctor Daer, Carlos Acuña, Pablo Moyano y el Consejo Directivo de la CGT: todos contra Javier Milei, pero con muchas diferencias

A la vez, la corriente moderada de la CGT apuesta a reforzar la presión sobre los gobernadores y los legisladores para que fracasen en el Congreso la ratificación del DNU 70 y la Ley Bases (que incluye la restauración del Impuesto a las Ganancias). Los dirigentes de este sector se atribuyen parte del rédito político de haber logrado que el Senado rechazara el decreto de necesidad y urgencia de Milei.

Pablo Moyano (Camioneros) es el cotitular de la CGT que integra el sector más opositor contra el Gobierno y viene anunciando desde hace semanas que habrá reuniones para resolver otro paro general para abril (que sería el segundo contra Milei luego de la huelga de 12 horas con movilización del 24 de enero pasado). Sin embargo, la fracción dialoguista de la CGT (capitaneada por Héctor Daer, de Sanidad, del sector de “los Gordos”, y Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, de los “independientes”) no convoca ni siquiera a una reunión de su “mesa chica”: la última se hizo hace un mes y medio en el Sindicato de Sanidad.

Desde entonces, semana tras semana se renueva la expectativa de un encuentro para debatir cómo seguir el plan de lucha. Ahora, tras la Semana Santa “extra large” algunos vaticinan que los dirigentes de la CGT se verán las caras para hablar sobre ese tema. Las señales no van en ese sentido: con la influencia de los dialoguistas, el plenario de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT) decidió el martes acompañar la agenda de la CGT contra el Gobierno, por lo que no hará por ahora ninguna medida de fuerza formal. En realidad, decidió realizar en abril “asambleas programadas simultáneas en los sectores de trabajo”, que es una forma de hacer un paro encubierto, como lo admitió el secretario adjunto de esa entidad, Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), al hablar ante unos 400 representantes de ferroviarios, aeronáuticos, camioneros, marítimos y taxistas.

El dirigente, que lidera la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina (FEMPINRA), habló directamente de concretar asambleas “de 7 a 10, “interrumpiendo los servicios” como “primer paso para ir hacia medidas de mayor intensidad”. Y advirtió: “La pelea la tenemos que ganar con inteligencia. No vamos a hacer nada con un solo paro”.

Poco antes, Pablo Moyano, invitado al encuentro de la CATT, pidió a los presentes “que se apruebe un verdadero plan de lucha que termine con un paro de toda la CGT y toda la CTA”. “No podemos ser tibios”, dijo. La poderosa confederación del transporte finalmente eligió endurecerse sin romper con la decisión de medir los tiempos que eligió la CGT. Había dirigentes que llegaron al plenario con propuestas de un paro en forma urgente. Finalmente, se impuso la variante más prudente que empujaba Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), titular de la CATT, quien una semana antes planteó que “hay un escenario diferente, una lógica distinta” y pidió: “Tenemos que ser prudentes, cautos”.

“Van 100 días de gobierno, sabemos la aceptación que tiene el Presidente y cuáles son las decisiones que tomó. Sobre esa base trazamos una agenda. Hay que ser sabios y prudentes, dijo el general (Juan Domingo Perón). Nunca descartamos una medida, pero no la estamos analizando en este momento”, afirmó en una entrevista con Infobae. Aun así, la CATT dio una señal de endurecimiento y su manifestación más drástica es la virtual paralización del transporte que efectuará en abril.

Cristina Kirchner, con Pablo Moyano, Mario Manrique, Omar Plaini y Walter Correa, ministro de Trabajo bonaerense, en una reunión realizada en el Senado en 2023

Pero la semana pasada hubo declaraciones sindicales de guerra contra Milei sin tantos rodeos, como las da la renovada sociedad entre Luis Barrionuevo (gastronómicos) y Omar Maturano (La Fraternidad), que incluye nada menos que al cotitular de la CGT Carlos Acuña (estaciones de servicio), un viejo aliado del autor de la célebre frase “en la Argentina nadie hace plata trabajando”.

Barrionuevo aprovechó una celebración de cumpleaños de dos dirigentes para armar un mini-acto político ante unos 100 de sus colegas en Parque Norte, pero en su encendido discurso causó impacto en el ambiente sindical porque reclamó que “la CGT debe convocar con carácter de urgente a un plenario de secretarios generales” para debatir una protesta e incluso pidió que Héctor Daer, el cotitular cegetista y adalid del sector dialoguista, tuviera un gesto: declarar un paro y renunciar a su cargo, como hizo, según recordó sin inocencia alguna, Gerardo Martínez (UOCRA), otro exponente del ala moderada, cuando fue secretario general de la CGT durante el gobierno de Carlos Menem.

Curiosamente, en el sindicalismo nadie avaló o criticó esas palabras explosivas. Mejor dicho, hubo alguien que las apoyó apenas las escuchó en boca de Barrionuevo: Carlos Acuña, el integrante del triunvirato de la CGT que, sentado al lado del líder gastronómico, tomó el micrófono a continuación para destacar que la parecía “brillante” el reclamo del plenario de secretarios generales y, para colmo, no dijo ni una palabra para defender a Daer o para tomar distancia del pedido de renuncia.

Luis Barrionuevo, con Carlos Acuña y Omar Maturano, en el acto realizado en Parque Norte

Maturano, siempre filoso, resaltó que “la emblemática CGT de Rucci y de Ubaldini no hace un carajo y deja que sectorialmente salgamos a pelear y no dice ‘apoyamos la lucha de los gastronómicos’ sino que no dice nada y no sacan un comunicado de apoyo cuando uno sale a pelear solo, no se mete”. Otra curiosidad: un día antes de que el líder de La Fraternidad cuestionara a la CGT, Schmid dijo durante el plenario de la CATT que debían hacer “el mayor esfuerzo para ver si podemos sumar” a ese gremio y a la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que dejaron esa entidad del transporte para competir con ella desde la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT). Y lo propuso con una frase que sonó sugestiva en estos tiempos: “A nosotros no nos sobra nada”.

En la fracción dialoguista de la CGT le restaron importancia a la movida barrionuevista. “Son sólo 10 sindicatos y ninguno tiene peso. Es Luis (Barrionuevo) jugando para sus locuras”, sostuvo uno de sus integrantes. ¿Ese sector moderado que insiste en demorar otro paro hará algo para contener a quienes multiplican sus reclamos para que la CGT se descongele cuanto antes? “Nada”, fue la respuesta.

¿Podrán los dialoguistas de la CGT sostener su estrategia en un mes que promete una conflictividad extrema? El ritmo lo puede marcar la tormenta de conflictos que se perfila en el sector público: este miércoles habrá “ocupaciones pacíficas” de ministerios y dependencias oficiales, según anunció el jefe de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar. Será el primer día hábil del mes y habrán vencido más de 70 mil contratos en la administración pública nacional. El vocero presidencial, Manuel Adorni, precisó que de ese total “hay 15.000 que serán dados de baja al 31 de marzo; el resto (alrededor de 55 mil) se renovará por otros seis meses y luego se seguirá avanzando”.

Hugo Moyano, en un acto de la CGT, sentado junto con Andrés Rodríguez, Armando Cavalieri y Gerardo Martínez

El gobierno de Milei afrontará una etapa crucial para llevar adelante sus políticas mientras enfrenta una recomposición del sindicalismo que tiende a una mayor atomización y radicalización de sus dirigentes. Hay, al menos, 6 grandes sectores en que se divide hoy el mapa gremial. Están los “combativos”, enrolados en las distintas variantes del trotskismo, entre quienes se destacan Alejandro Crespo, titular del Sindicato del Neumático; Rubén “Pollo” Sobrero, de la Unión Ferroviaria, y Claudio Dellecarbonara, de los metrodelegados, aunque hay muchos más dirigentes, delegados e integrantes de comisiones internas. En épocas de crisis socioeconómica, como la actual, la izquierda suele crecer como consecuencia del malestar en las bases y de la pasividad del sindicalismo peronista.

También existen los “ultraduros”, que adhieren a versiones más duras del peronismo, como Aguiar, el líder de ATE, y Hugo “Cachorro” Godoy, titular de la CTA Autónoma, el mismo que la semana pasada sugirió la necesidad de una revuelta popular para desplazar a Milei al sostener que “a los déspotas y dictadores el pueblo argentino los echa como ya lo hicimos a lo largo de la historia”.

No están tan lejos los integrantes del “sector duro prokirchnerista”, donde figuran líderes sindicales alineados con Cristina Kirchner y La Cámpora como Abel Furlán (UOM) y Sergio Palazzo (bancarios); el secretario adjunto de SMATA y diputado de Unión por la Patria, Mario Manrique, quien hace un año propuso “prenderles fuego” a los empresarios del Foro Llao Llao, y el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky. Pablo Moyano fue uno de los fogoneros de este sector, aunque desde que asumió Milei (y a raíz de la derrota de Sergio Massa) se mostró en sintonía política con su padre, Hugo Moyano, titular del Sindicato de Camioneros, quien, aunque es opositor del Gobierno, afianzó su acercamiento al ala dialoguista de la CGT. De todas formas, Pablo tiene arranques que lo siguen tornando imprevisible (y funcional a los K), como cuando, en el acto cegetista del 24 de enero, amenazó con “tirar al Riachuelo” al ministro de Economía, Luis Caputo (una frase que, como se justificó ante los medios, fue “metabólica”, seguramente para explicar que había sido metafórica).

Rodolfo Aguiar, el titular de ATE

Entre los “duros pro-K” también pueden ubicarse a Pablo Biró (pilotos) y fieles al “pablomoyanismo” como Omar Plaini (canillitas), Graciela Aleñá (viales), Cristian Jerónimo (vidrio) y Pablo Flores (AFIP), entre otros. Juan Pablo Brey, titular de la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA), siempre estuvo cerca de Pablo Moyano y sus leales, aunque muestra una mayor autonomía.

Ahora se desmarcó del resto del pelotón sindical una fracción “dura no alineada”, capitaneada por Barrionuevo, Maturano, Acuña, Roberto Fernández (UTA) y dirigentes que estuvieron en el festejo de Parque Norte como Daniel Vila (Carga y Descarga), Roberto Solari (guardavidas), Oscar Rojas (maestranza), Luis Cejas (viajantes), Horacio Jerez (calzado), Marcelo Orlando (Utedyc), Pablo Quiroga (aguas gaseosas), Rubén Aguiar (panaderos) y Alejandro Poli (remiseros), además de los dos principales opositores internos de Hugo Moyano: Sergio Aladio, del Sindicato de Camioneros de Santa Fe, y Juan Sailén, del gremio de recolectores de residuos de Córdoba (Surrbac).

Juan Carlos Schmid habla en el plenario de la CATT, junto con Pablo Moyano y Sergio Sasia

Los “dialoguistas” que mantienen el control de la CGT surgen de la tradicional alianza de “los Gordos”, Héctor Daer (Sanidad) y Armando Cavalieri (Comercio), con los “independientes”, Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias). De sus filas salieron los dirigentes que hablaron en secreto con Guillermo Francos, ministro del Interior, apenas Milei ganó el balotaje, para conversar sobre la reforma laboral libertaria, pero rompieron relaciones cuando el DNU 70 terminó siendo mucho más duro contra el poder sindical de lo que les habían prometido.

Alrededor de ellos hay un grupo de aliados, aunque no necesariamente comparten su estrategia ni son invitados a diseñarla: Hugo Moyano (Camioneros), Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Sergio Romero (UDA), Julio Piumato (Judiciales), Jorge Sola (Seguro), Rodolfo Daer (Alimentación), Carlos Frigerio (cerveceros), Amadeo Genta (municipales porteños) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza), entre otros.

Sin embargo, como sucedió en muchos momentos de la historia, los mapas de realineamientos gremiales no son eternos. Mucho menos cuando está en juego qué estrategia prevalecerá ante un gobierno que rompió la lógica de la relación con el poder sindical. Sin el “toma y daca” que rigió ese vínculo y en el que, a partir de la necesidad de garantizar la paz social, los presidentes de turno le extendieron una alfombra roja a los dirigentes gremiales y les dieron un kit de privilegios y beneficios exclusivos. Hoy, Milei se muestra resuelto a no ceder con sus reformas y a hacerlo sin dialogar ni consensuar. Del otro lado, los gremialistas se unirán para resistirlas. El final es incierto.

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